Escañuela, Jaén: guía de viaje completa con historia, qué ver, fiestas y gastronomía

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¡Hola! Soy un viajero apasionado por los pequeños pueblos con encanto, y quiero compartirte mi experiencia en Escañuela, un pueblo de la provincia de Jaén (Andalucía) rodeado de olivos y tradiciones. Desde el momento en que llegué, me recibió la tranquilidad de sus calles y la amabilidad de sus vecinos, haciendo que me sintiera como en casa. En esta guía en primera persona te llevaré por la historia y patrimonio de Escañuela, te recomendaré qué ver y hacer, conocerás sus fiestas y tradiciones más queridas, saborearás su gastronomía típica, sabrás dónde alojarte y comer, cómo llegar fácilmente y algunos consejos prácticos para que tu visita sea inolvidable. ¡Vamos a descubrir juntos este rincón escondido de la campiña de Jaén! Historia y patrimonio de Escañuela Cuando paseé por las calles de Escañuela, sentí la huella del tiempo en cada esquina. La historia de Escañuela se remonta muy atrás: me enteré de que ya en el III milenio a.C. había asentamientos humanos en la zona. De hecho, en las afueras, en un paraje llamado Pozo de Marisancho, se han encontrado restos arqueológicos de la Edad del Cobre y fragmentos de cerámica ibérica y romana​. Imaginar que estas tranquilas tierras de olivos ya estuvieron habitadas por íberos y romanos es fascinante. Avanzando en el tiempo, supe que tras la Reconquista cristiana en 1244, Escañuela (que entonces se llamaba San Pedro de Escañuela) perteneció a la vecina Arjona​. Durante la Edad Media pasó a formar parte del Señorío de los Torres y Portugal, junto con el pueblo de Villardompardo​. Este señorío más tarde se convirtió en el Condado de Villardompardo en el siglo XVI. Escañuela permaneció bajo el dominio de aquellos condes hasta que en 1812, con las Cortes de Cádiz, se abolieron los señoríos y el pueblo inició su camino hacia la independencia​, separándose definitivamente de Villardompardo. Así, Escañuela consiguió ser un municipio libre y orgulloso, con identidad propia. Un detalle curioso que aprendí es que Escañuela estuvo muy ligada a la figura de San Pedro ad Víncula (San Pedro “encadenado”). Gracias a los favores que los antiguos señores locales tenían con la Iglesia, el pueblo obtuvo el privilegio de llevar el nombre de San Pedro y honrar especialmente a este santo​. Por eso, el escudo de Escañuela incluye las llaves de San Pedro y unas cadenas, símbolos del Vaticano y de San Pedro encadenado​. ¡Incluso las fiestas patronales giran en torno a esta advocación, como te contaré más adelante! Hablando de patrimonio, el monumento más emblemático que visité es la Iglesia Parroquial de San Pedro ad Víncula. Se trata de una iglesia histórica, sencilla pero llena de significado. Su origen se remonta al menos al siglo XIII, cuando Escañuela ya era una parroquia dentro del arciprestazgo de Arjona​. Por entonces, parece que solo había una pequeña ermita. Con el crecimiento del pueblo, el templo fue ampliándose: en el siglo XVII se hicieron reformas importantes y en el siglo XIX se concluyó una gran ampliación para darle el aspecto actual​. Al entrar, me impresionó la imagen tallada de San Pedro ad Víncula, colocada en el altar mayor, con sus cadenas como símbolo (es el patrón del pueblo). La iglesia combina estilos sencillos típicos de la arquitectura rural andaluza, con una nave amplia y un campanario desde el que seguramente repican las campanas en las fiestas. Si te gusta la historia, aquí sentirás la devoción centenaria de Escañuela por su santo protector. Además de la iglesia, Escañuela conserva otros elementos de patrimonio interesantes. Por ejemplo, pude ver de pasada una antigua almazara (molino de aceite) que forma parte de la historia económica local. La comarca vive del olivar desde hace siglos, y en el pueblo existe una almazara tradicional que, según me contaron, se puede visitar concertando cita con su propietario​. Como amante del aceite de oliva, saber que aquí se producía “oro líquido” desde antaño me pareció genial. Imagínate las viejas prensas y molinos, y el aroma a aceituna… Sin duda, es un patrimonio etnográfico que vale la pena conocer si eres curioso sobre cómo se hacía el aceite antes de la modernización. Otro lugar singular que me recomendaron fue el Pozo de Marisancho, del que te hablaba antes. Más allá de los hallazgos arqueológicos, este pozo está rodeado de leyendas locales. Dicen algunos vecinos que sus aguas esconden misterios de épocas pasadas. Aunque es un simple pozo en medio del campo, me gustó visitarlo porque conecta el presente con esas historias remotas de íberos y romanos. Es como estar en un escenario donde se cruzan la arqueología y la tradición oral. Escañuela puede ser pequeñito, pero su patrimonio histórico es notable: un pasado que va de la prehistoria a la edad moderna, una iglesia dedicada a un santo poco común, y vestigios de la cultura del olivo que tanto caracteriza a Jaén. Como viajero, apreciar estos detalles hizo mi visita mucho más rica. Qué ver y hacer en Escañuela A pesar de su tamaño, en Escañuela encontré cosas interesantes que ver y hacer para empaparme de la vida rural jiennense. Te cuento mis imprescindibles: Recorrer el centro del pueblo y la Iglesia de San Pedro: Empecé mi visita por la Plaza donde se ubica la iglesia principal. Entré al templo para admirar su interior sencillo y la imagen de San Pedro ad Víncula. Fue especial estar allí sabiendo lo que representa para la comunidad. Al salir, me detuve un rato en la placita, saludando a algunos vecinos mayores que tomaban el fresco en los bancos. ¡Nada como conversar con la gente local para conocer anécdotas! Uno de ellos me señaló orgulloso la torre de la iglesia y me dijo que en las fiestas patronales de agosto la plaza se llena de vida. Sin duda, pasear por las calles tranquilas, con sus casas encaladas y fachadas típicas andaluzas, es un buen comienzo para sentir la esencia de Escañuela. Visitar la antigua almazara (molino de aceite): Como te mencioné, en Escañuela hay una vieja almazara. Yo soy un enamorado del aceite de oliva,

Chilluevar, Jaén: Guía turística completa de un encantador pueblo en la Sierra de Cazorla

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¡Hola! Quiero invitarte a descubrir Chilluevar, un pequeño y encantador pueblo jienense que me robó el corazón en mi última escapada. 😊 Ubicado al oriente de la provincia de Jaén, en plena Sierra de Cazorla, Chilluevar combina la tranquilidad rural con paisajes de olivares infinitos y montañas verdes​. Pasear por sus calles estrechas y empinadas​ es como viajar en el tiempo, entre casas blancas tradicionales y rincones llenos de historia. Enseguida te contaré su interesante pasado, todo lo que ver y hacer, sus fiestas únicas (¡con hogueras gigantes incluidas!), la rica gastronomía local y consejos prácticos para que planees tu visita. Prepárate para enamorarte de Chilluevar tanto como yo. ¡Vamos a explorarlo juntos! 🏞️🌿 Historia y Patrimonio de Chilluevar Un pueblo con raíces milenarias: Aunque hoy Chilluevar es un municipio pequeño, su historia se remonta muy atrás. En su término se han encontrado vestigios de asentamientos íberos y romanos – por ejemplo, inscripciones funerarias romanas halladas en la aldea de Las Almansas, expuestas en el Museo Provincial de Jaén​. Durante la época musulmana, la zona fue conocida como Alcoray y aparece mencionada ya en documentos del siglo XIII​. Tras la Reconquista cristiana, en 1231 estas tierras pasaron al Adelantamiento de Cazorla (dominio del Arzobispado de Toledo), lo que marcó el inicio del Chilluevar que hoy conocemos​. En ese entonces surgió un primer núcleo llamado “Chilluévar la Vieja”, donde se levantaron una ermita, una hospedería, un cementerio y una alberca para atender a pastores y viajeros de la ruta ganadera de la Mesta​. Del viejo asentamiento al pueblo actual: Con el tiempo, aquella primera aldea perdió importancia (especialmente al decaer la Mesta en el siglo XVIII) y los habitantes se trasladaron unos kilómetros** a lo que llamaron “Chilluévar Nuevo”​. Allí se construyó en 1787 una iglesia parroquial nueva, impulsada por el Cardenal Lorenzana​, y el rey le otorgó a Chilluevar el título de “villa” ese mismo año (aunque seguía bajo la jurisdicción de La Iruela). Ya en el siglo XIX, tras las desamortizaciones, se crearon grandes fincas en la zona y un terrateniente llamado Manuel Gómez Calderón promovió el poblamiento del lugar con colonos – repartiendo parcelas para que construyeran sus casas y cultivasen la tierra​. Gracias a ello, Chilluevar prosperó y finalmente obtiene su independencia municipal en 1926, separándose de La Iruela​. ¡Desde entonces, este pueblo serrano ha mantenido viva su identidad agrícola y tradicional hasta nuestros días! Monumentos y lugares con historia: A pesar de su tamaño, Chilluevar conserva un patrimonio interesante que refleja ese pasado: Iglesia de Nuestra Señora de la Paz: Es la parroquia principal del pueblo y símbolo de Chilluevar. La iglesia original fue mandada construir a finales del XVIII por el arzobispo Lorenzana, pero la actual es una reconstrucción de los años 1970​ tras quedar la anterior en mal estado. En su sencilla fachada de piedra destaca la torre campanario de base cuadrada, con tres cuerpos separados por cornisas y ventanales de medio punto en el campanario​. Curiosidades: en el exterior verás un antiguo escudo y un relieve de San Ildefonso, restos traídos de la ermita de Chilluévar la Vieja, y en el interior se conserva la pila bautismal del siglo XVIII​. Esta iglesia, dedicada a la patrona Virgen de la Paz, es el corazón de muchas festividades locales. Puente romano sobre el río Cañamares: A unos 2,5 km del pueblo, en un bello paraje, se levanta un viejo puente de un solo arco de medio punto. Es conocido como el Puente Viejo y forma parte de una antigua calzada romana​. Su sólida estructura de piedra ha aguantado siglos de historia y hoy es un testimonio vivo del pasado romano en la región. Cruzar este puente (¡con cuidado, pues no tiene barandilla moderna!) es casi obligatorio para los amantes de la historia y la naturaleza, ya que el entorno del río Cañamares es precioso. Yacimiento romano de Los Almansas: En la aldea homónima, a pocos kilómetros, se encontraron restos de una villa romana y diversas inscripciones lapidarias​. Aunque los hallazgos están en museos, el lugar es interesante para los aficionados a la arqueología. Imagina cómo hace casi 2000 años ya había aquí una comunidad rural romana aprovechando las fértiles tierras de la vega. El Torreón de Nubla: En la desembocadura del río Cañamares con el río Cerezuelo se ubican restos de un antiguo torreón medieval​. Probablemente formaba parte de las atalayas defensivas de la zona en la época islámica o medieval cristiana. Hoy en ruinas y cubierto de vegetación, es otro rincón histórico escondido entre los paisajes serranos. Chimenea de “El Duende”: En el skyline urbano de Chilluevar sobresale, junto a la torre de la iglesia, una alta chimenea de ladrillo conocida como El Duende​. Es el vestigio de una antigua fábrica ligada a la producción de aceite de oliva. Esta chimenea industrial, ya en desuso, recuerda la importancia del aceite de oliva en la economía local (¡estamos en plena comarca de olivar!). Un bonito ejemplo de patrimonio industrial que los chilluevenses conservan con orgullo. Como ves, Chilluevar es pequeñito pero matón en cuanto a historia y patrimonio. Cada esquina tiene algo que contar: desde su origen ibero-romano hasta tradiciones que perduran. Ahora que conocemos su pasado, ¿qué tal si exploramos todo lo que puedes ver y hacer durante tu visita? 👀 Qué ver y hacer en Chilluevar A pesar de su tranquilidad, en Chilluevar no te vas a aburrir. Este pueblo ofrece desde encantos rurales hasta aventuras en la naturaleza gracias a su ubicación privilegiada entre la Sierra de las Villas y la campiña​. Te dejo una lista de imprescindibles y actividades recomendadas: 1. Recorrer el casco urbano: Comienza caminando por las calles de Chilluevar para empaparte de su ambiente auténtico. El pueblo es pequeño, así que en un paseo a pie podrás ver lo principal: la Plaza, el Ayuntamiento (ubicado en la Casa Consistorial histórica), y por supuesto entrar a la Iglesia Ntra. Sra. de la Paz que te mencioné antes. Fíjate en los detalles: balcones adornados, fachadas encaladas y algún que

Chiclana de Segura, el pueblo enclavado en la roca de Jaén – Guía completa de viaje

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¡Hola! Soy un viajero enamorado de los rincones de Andalucía, y quiero contarte mi experiencia en Chiclana de Segura, un pequeño pueblo de la provincia de Jaén que me robó el corazón. Ubicado en lo alto de una peña en la comarca del Condado, al noreste de Jaén​, Chiclana de Segura sorprende por su encanto rural y sus vistas de vértigo. Nada más llegar atravesando un túnel excavado en la roca (¡sí, se accede por un túnel!), me encontré con un caserío blanco encaramado en un peñón que domina un mar de olivos y montañas​. Enseguida supe que este lugar era especial. Te invito a acompañarme en este recorrido por Chiclana de Segura: su historia medieval, los lugares que ver y cosas que hacer, sus tradiciones festivas, la rica gastronomía local, opciones de alojamiento rural y algunos consejos prácticos para tu visita. ¡Vamos a descubrir juntos este tesoro escondido de Jaén! Historia y Patrimonio de Chiclana de Segura La historia de Chiclana de Segura se remonta muy atrás en el tiempo. De hecho, hubo asentamientos ya en la Edad del Bronce y época íbera, prueba de ello es el Tesoro de Chiclana hallado en la zona, parte del cual se expone en el Museo Provincial de Jaén​. El propio nombre “Chiclana” parece derivar de Caeciliana, que era una villa romana perteneciente a un terrateniente llamado Caecilius​. Más de mil años después, durante la Reconquista, este estratégico enclave sobre el valle fue conquistado por Fernando III el Santo alrededor de 1226-1235​. Así pasó a manos de la Orden de Santiago, una orden militar que jugó un papel clave repoblando la zona. Chiclana quedó integrada en la encomienda santiaguista de Montizón-Chiclana, con su capital o residencia de comendadores precisamente en Chiclana de Segura​. Uno de esos comendadores fue nada menos que Jorge Manrique, el célebre poeta-guerrero autor de las Coplas a la muerte de su padre, quien vivió y escribió en el castillo de Chiclana​. La Orden de Santiago trajo prosperidad al pueblo: en el Siglo XVI y XVII muchos caballeros se establecieron aquí, dejando sus escudos y cruces grabados en los dinteles de casonas señoriales​. De aquella época data el imponente Castillo de Chiclana de Segura, una fortaleza medieval construida sobre la peña. Aunque hoy está en ruinas, sus antiguos muros y su torre del homenaje aún dominan el perfil del pueblo​. Estas ruinas del castillo han sido declaradas Bien de Interés Cultural desde 1985​. Alrededor de la base del castillo se extiende el barrio antiguo y el trascastillo, con pasadizos y cuevas que servían antaño tanto de entrada secreta al pueblo como de viviendas y caballerizas, aprovechando la roca defensiva​. Caminar por estas calles estrechas y empinadas, algunas parcialmente excavadas en la piedra, ¡es como viajar al pasado! Otro de los monumentos destacados es la Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, construida entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII​. Se sitúa en la plaza Mayor, parcialmente adosada a la roca, y presenta planta rectangular con capillas hornacina. En su interior se venera a la Virgen de Nazaret, patrona de Chiclana de Segura, cuya imagen preside el altar​. Junto a la iglesia se abre la Plaza de la Constitución, corazón del pueblo, con un pintoresco pilar-fuente central y el edificio del Ayuntamiento de 1885 que exhibe balconadas de época​. Frente a la iglesia se alza el Palacio de la Encomienda, conocido popularmente como la Casa de la Inquisición. Fue la antigua casa-palacio donde residían los administradores de la Orden de Santiago. Su fachada de sillería exhibe un elegante portón con arco de medio punto flanqueado por pilastras clásicas, un balcón señorial en la planta alta y una cornisa labrada​. Se dice que en alguna época este edificio llegó a alojar tribunales itinerantes de la Inquisición​, de ahí su sobrenombre. Hoy sigue en pie como muestra del rico patrimonio histórico local. Por último, cabe mencionar la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios, de origen medieval, que según documentan las Relaciones de Felipe II (1575) originalmente formó parte de un antiguo hospital​. Y a las afueras, en plena naturaleza, se encuentra el Puente Mocho, un puente romano de piedra sobre el río Guadalimar que marcaba un ramal de la Vía Augusta. Este puente de seis ojos y casi 100 metros de largo data de hace dos mil años y aún hoy impresiona por su solidez​. Puente Mocho hace de frontera natural entre Chiclana y Beas de Segura, y según documentos de 1575 su paso estaba “libre de tributos” para los viajeros​. Sin duda, la historia ha dejado huella profunda en Chiclana de Segura, y pasear por sus calles es recorrer siglos de patrimonio. Qué ver y hacer en Chiclana de Segura A pesar de su tamaño, Chiclana de Segura ofrece mucho que ver y disfrutar. Aquí te comparto mis imprescindibles: Castillo y Mirador de Jorge Manrique: Subir hasta las ruinas del castillo es obligatorio. Actualmente se ha habilitado un ascensor panorámico de 24 metros que conecta la parte baja del pueblo con lo alto de la peña​. Yo lo usé y fue toda una experiencia: en segundos llegas junto a los muros del castillo mientras ves cómo el pueblo va quedando abajo. Arriba está el Mirador de Jorge Manrique, que recibe el nombre en honor al poeta​. Desde este punto tendrás vistas únicas de 360º: se divisan cuatro provincias a la vez (Jaén, Granada, Albacete y Ciudad Real)​. Contemplar el atardecer desde el castillo, con las montañas de las Sierras de Segura y Cazorla al este y los olivares infinitos hacia el oeste​, es una imagen que jamás olvidarás. Además, en la cima encontrarás paneles informativos sobre Jorge Manrique y la historia local, e incluso un pequeño Centro de Interpretación dedicado a él, con hologramas y audiovisuales sobre su vida y obra​. Por cierto, el ascensor panorámico es de uso libre y se inauguró en 2012 como iniciativa pionera (¡pocos pueblos tienen algo así!)​. Casco antiguo y túneles urbanos: Después de las vistas, date tiempo para perderte por el

Cazorla: guía completa – Qué ver, historia, dónde comer y consejos de viaje

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¡Hola! Soy un enamorado de los pueblos con encanto y hoy te llevo de paseo por Cazorla, un rincón mágico de la provincia de Jaén. 😊 Cazorla se encuentra al noreste de Andalucía, acurrucada entre un mar de olivos y las montañas del Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, el espacio protegido más grande de España. Nada más llegar, me impresionó el perfil del Castillo de la Yedra dominando el casco antiguo y la brisa fresca que baja de la sierra. En este artículo compartiré contigo la historia de Cazorla, sus monumentos y leyendas, qué ver y hacer, sus tradiciones, la deliciosa gastronomía local (¡incluyendo dónde saborearla! 😋), opciones de alojamiento acogedoras, cómo llegar cómodamente y algunos consejos de viajero. Prepárate para descubrir por qué Cazorla me robó el corazón y cómo puedes aprovechar cada rincón de este destino único. ¡Vamos allá! 🚗🌄 Historia y Patrimonio Sumergirse en Cazorla es viajar en el tiempo. Sus orígenes se remontan muy lejos: hubo asentamientos íberos y romanos en la zona (de hecho, dicen que los romanos la llamaron Carcesa). Sin embargo, el trazado actual del pueblo comenzó a forjarse en la Edad Media. Cazorla prosperó bajo dominio árabe hasta que fue reconquistada por Fernando III en 1235, quien la cedió al Adelantamiento de Cazorla bajo tutela del Arzobispado de Toledo. Este hecho histórico dejó huella en forma de numerosos monumentos. Entre el patrimonio más emblemático destaca el Castillo de la Yedra, una fortaleza medieval encaramada en un cerro. Subí hasta su torre del homenaje, hoy convertida en Museo de Artes y Costumbres Populares, y no solo aprendí sobre la historia local, sino que también disfruté de vistas panorámicas espectaculares de todo el pueblo y las sierras. Muy cerca, coronando otro cerro, se divisan las ruinas del Castillo de Cinco Esquinas (o de Salvatierra), testigo silencioso de viejas batallas fronterizas. En el mismo corazón de Cazorla encontramos las Ruinas de Santa María, los restos encantadores de una gran iglesia renacentista del siglo XVI. Lo curioso es que esta iglesia jamás se terminó por completo: construida sobre el cauce del río, sufrió inundaciones y daños que la dejaron a cielo abierto. Pasear entre sus arcos medio derruidos en la Plaza de Santa María es una experiencia casi mágica, especialmente al atardecer cuando la piedra se tiñe de dorado. Debajo de esta plaza podrás visitar la Bóveda del Río Cerezuelo, un túnel abovedado impresionante que desvía el río por debajo (¡sí, el río pasa por debajo del pueblo!). Caminar por la bóveda, con el sonido del agua resonando, me puso la piel de gallina. Es una obra de ingeniería única de aquella época. Otros rincones con solera incluyen el Antiguo Monasterio de la Merced (hoy Ayuntamiento de Cazorla), con su bonito claustro; la coqueta Iglesia de San Francisco, del siglo XVII, que alberga la imagen del Cristo del Consuelo (muy venerado por los cazorleños); y la Iglesia del Carmen, con una esbelta torre plateresca. Cada callejuela del casco viejo desprende historia: casas señoriales de piedra, balcones de hierro forjado repletos de flores y fuentes centenarias salpican el recorrido. Leyendas locales: No puedo hablar de la historia de Cazorla sin contar la leyenda de La Tragantía. Se dice que en las mazmorras del Castillo de la Yedra habitó una princesa mora que, al quedar atrapada tras la reconquista, se convirtió en un ser mitad mujer mitad serpiente. Cada noche de San Juan, según la tradición, La Tragantía canta una canción triste por las calles empedradas: “Yo soy la Tragantía, hija del rey Moro, el que me oiga cantar no verá la luz del día ni la noche de San Juan”. ¡Escalofriante! 😮 Cuando me lo contaron los lugareños en un bar de la plaza, miré de reojo las ruinas del castillo imaginando a la serpiente cantarina… Estas historias le añaden un toque de misterio y encanto al patrimonio de Cazorla. Qué Ver y Hacer en Cazorla Recorrer Cazorla es un placer para los sentidos. Te recomiendo comenzar por el casco histórico, perdiéndote sin prisa por sus callejuelas. Un posible itinerario a pie, basado en mi experiencia, podría ser: Plaza de la Corredera: es la plaza principal llena de vida, con terrazas donde desayunar unos churros o tomar café. Desde aquí parte la calle principal hacia los monumentos. Balcón de Zabaleta: un mirador urbano cerca de la Plaza de la Corredera. Asómate para obtener una postal panorámica del casco antiguo con la peña de fondo. ¡Foto obligada! 📸 Plaza de Santa María: el corazón monumental. Aquí disfrutarás las Ruinas de Santa María y la Fuente de las Cadenas (una fuente renacentista de 1605 dedicada a Felipe II). Es una plaza peatonal amplia, perfecta para sentarse un rato y admirar el entorno. Castillo de la Yedra: sube caminando por las empinadas calles blancas hasta el castillo. La subida tiene encanto (pasarás por casas encaladas y pequeños huertos). Arriba, visita el museo y el Mirador del Castillo, desde donde saqué algunas de mis mejores fotos de la sierra y el pueblo a mis pies. Sendero del Río Cerezuelo: justo desde la Plaza de Santa María puedes emprender esta ruta de senderismo corta. Un sendero bien acondicionado te lleva río arriba pasando por puentes de madera, vegetación frondosa y pequeñas cascadas. En unos 30-40 minutos llegarás a la Cascada de la Malena, un salto de agua refrescante. Es una caminata fácil y muy bonita, ideal para hacer un alto natural dentro del recorrido urbano. Naturaleza en estado puro: Cazorla es la puerta de entrada a un paraíso natural. Sería un pecado venir hasta aquí y no adentrarse un poco en el Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas. Si dispones de vehículo o te apuntas con alguna excursión, hay varios lugares espectaculares: Ruta del Río Borosa: Esta es LA excursión estrella de la zona. A unos 30 km del pueblo (se llega en coche o con guía) está la piscifactoría desde donde arranca el sendero. Son unos 11-12 km de recorrido (solo

Guía de Cazalilla: Historia, Qué Ver, Fiestas, Gastronomía y Consejos para tu Visita

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He tenido la suerte de descubrir Cazalilla, un pequeño pueblo de la provincia de Jaén, Andalucía. Está enclavado en plena Campiña jienense, muy cerca del río Guadalquivir​, rodeado de campos de olivos y cereales. Con apenas unos 800 habitantes, aquí se respira la tranquilidad y autenticidad de la vida rural andaluza. En cuanto puse un pie en sus calles blancas y tranquilas, sentí la hospitalidad de sus vecinos y su ambiente sosegado. A lo largo de este artículo te voy a contar en primera persona todo sobre Cazalilla: su fascinante historia, los rincones que no te puedes perder, sus fiestas más singulares, la rica gastronomía local y consejos prácticos para planificar tu visita. ¡Acompáñame en este recorrido por Cazalilla, un destino con encanto que te sorprenderá! Historia y Patrimonio Aunque hoy Cazalilla es un pueblo agrícola y apacible, sus orígenes se remontan muy atrás en el tiempo. Existen pruebas de asentamientos humanos desde la Edad del Cobre (hace unos 5.000 años) en el cerro de la Coronilla​. Más tarde, por aquí pasaron íberos y romanos, dejando huellas como cerámicas y restos de villae romanas​. Durante la época andalusí, Cazalilla se conocía como Qastalla y llegó a tener importancia estratégica, con un castillo vigilando el paso del Guadalquivir​. Tras la Reconquista, aparece mencionada como Caztalliella en documentos del siglo XIV​, y en el siglo XV su castillo jugó un rol en las guerras nobiliarias, aunque de aquella fortaleza hoy solo queda el recuerdo. De hecho, las piedras del castillo se reutilizaron para construir la Iglesia de Santa María Magdalena en 1622, integrando el antiguo torreón como parte del ábside​. Esta curiosa torre, conocida como Torre de Calígula, es en realidad el antiguo bastión árabe embutido en la cabecera de la iglesia, un detalle arquitectónico único que nos habla del pasado medieval de Cazalilla. Paseando por el casco antiguo, me detuve frente a la Iglesia parroquial de Santa María Magdalena, el principal monumento del pueblo. Su fachada blanca del siglo XVII y su estilizada torre campanario llaman la atención desde cualquier punto​. Al entrar, me sorprendieron sus retablos barrocos y la atmósfera de paz que se respira. Junto a la iglesia se extiende la Plaza de la Constitución, corazón de la vida local, presidida por el Ayuntamiento (un edificio de fachada histórica) y rodeada de casas encaladas. Muy cerca se encuentra la Casa de la Carrilera, también llamada Casa Grande, una casona señorial del siglo XVIII que destaca por su tamaño e historia – de hecho, es la vivienda más grande y antigua del pueblo, construida en 1760 según cuentan​. Asomarse a su imponente fachada de piedra es casi como viajar en el tiempo, imaginando la vida de antaño. Cazalilla conserva además otros rincones con historia. Por ejemplo, los restos de la Torre de María Martín, una antigua torre de vigilancia ubicada en las afueras, nos recuerdan el antiguo sistema defensivo que protegía estas tierras en la Edad Media​. Aunque hoy solo queda alguna ruina, los lugareños te contarán con orgullo las leyendas asociadas a esta torre. No podemos olvidar el Centro de Visitantes “Mirando al Guadalquivir”, un espacio interpretativo situado en un mirador natural desde el que se obtienen vistas fantásticas del valle del Guadalquivir. Yo subí hasta allí al atardecer y pude contemplar el paisaje dorado de la campiña, con el río serpenteando a lo lejos – ¡un panorama digno de fotografiar! Este centro, además de mirador, ofrece información sobre la flora, fauna y cultura de la zona, ideal para empezar tu visita con contexto. Qué Ver y Hacer en Cazalilla Mi recorrido por Cazalilla comenzó de forma relajada, callejeando por sus calles estrechas y plazas. La arquitectura tradicional andaluza está muy presente: casas encaladas, patios con flores y vecinos saludando al pasar. Un punto de encuentro imperdible es La Plazoleta, una pequeña plaza (también conocida como Parque Pilar) rodeada de árboles y bancos, donde la gente se reúne a charlar. Muy cerca está el Parque Pilar de la Dehesa, un parque periurbano ideal para descansar bajo la sombra. Allí encontré zonas de barbacoas, fuentes y mesas de picnic – un lugar perfecto si viajas en familia y quieres hacer una parada para comer al aire libre​. Los niños correteaban por los columpios mientras los mayores preparaban unas chuletas a la brasa; el ambiente era muy acogedor. Si te gusta la naturaleza, el Charcón de la Virgen de la Cruz es otro sitio curioso que visitar. Se trata de una pequeña área recreativa a las afueras, en el camino hacia Villanueva de la Reina. Antiguamente fue un vertedero, pero hoy es un espacio verde recuperado, con un estanque (charcón) y un puente de madera sobre un arroyo​. Es un lugar popular para la romería local (ya te contaré más en la sección de fiestas) y también un buen sitio para observar aves o dar un paseo tranquilo. A mí me impresionó lo silencioso que era, solo roto por el croar de alguna rana y el canto de los pájaros al atardecer. Los amantes de la historia, como yo, disfrutarán visitando de nuevo la Iglesia de Santa María Magdalena por dentro y por fuera, apreciando detalles como el antiguo Torreón de Calígula adosado. Además, puedes buscar la antigua fuente del Pilar Viejo, un histórico pilar que abastecía de agua, hoy acondicionado como otro pequeño merendero con vistas a la campiña​. En cuanto a museos, Cazalilla no tiene uno al uso, pero el Ayuntamiento a veces exhibe objetos históricos del pueblo, y en la Casa de la Cultura se organizan exposiciones temporales y eventos culturales, por lo que pregunta si hay alguna muestra durante tu visita. Si eres aficionado al ciclismo o senderismo, recorrer los alrededores es muy recomendable. Al estar en terreno llano y ondulado, se presta para dar paseos en bicicleta entre olivares. De hecho, descubrí que existe una ruta cicloturista de la Campiña que pasa por Cazalilla​, enlazando con pueblos vecinos como Espeluy o Mengíbar. Anímate a pedalear o caminar hasta el Cerro de la Coronilla, ese cerro

Castillo de Locubín, Jaén: historia, qué ver, gastronomía y más

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Quiero llevarte conmigo a descubrir Castillo de Locubín, un encantador pueblo de la provincia de Jaén, enclavado en la Sierra Sur andaluza. Cuando llegué por primera vez, me sorprendió su estampa: casas blancas escalonadas en la ladera, rodeadas de infinitos olivares y cerezos. Este rincón rural, situado a unos 70 km de Jaén capital, combina historia y naturaleza de una forma muy especial. Además, es famoso por sus sabrosas cerezas, protagonistas de una fiesta popular única. En esta guía personal te contaré su historia, qué ver y hacer, dónde saborear su gastronomía y todos los consejos para que tu visita a Castillo de Locubín sea inolvidable. Historia de Castillo de Locubín Como muchos pueblos andaluces, Castillo de Locubín tiene orígenes antiguos y un pasado fascinante. Los primeros asentamientos humanos en esta zona se remontan a la Prehistoria – se han encontrado restos en cuevas cercanas que demuestran que ya en el IV milenio a.C. había pobladores por aquí. Más tarde, en época íbera y romana, existió una ciudad llamada Ipolcobulcula en el cerro de Encina Hermosa, dentro del actual término municipal. Imaginar este enclave lleno de vida hace dos mil años es realmente sorprendente. Con la llegada de los musulmanes, el lugar pasó a llamarse Hisn al-Uqbin, que algunos traducen como «Castillo de las Águilas» y otros como «Castillo de las Cuevas». Ya por el siglo IX, esta fortaleza fue escenario de rebeliones muladíes (convertidos al cristianismo que se sublevaron contra el Emirato de Córdoba). Más de una vez cambió de manos durante el convulso periodo de frontera entre reinos musulmanes y cristianos. De hecho, Alfonso VI de Castilla llegó a conquistarla brevemente en el siglo XI, aunque volvió a perderse pagando tributo. La incorporación definitiva a Castilla ocurrió en el siglo XIV. En 1341, durante la campaña del rey Alfonso XI contra el reino nazarí de Granada, el castillo local capituló tras un duro asedio dirigido por el infante Don Enrique. Poco después, el monarca concedió estas tierras a la vecina Alcalá la Real como recompensa por su ayuda en la reconquista. Así, Castillo de Locubín permaneció bajo la dependencia civil y eclesiástica de Alcalá la Real durante varios siglos. No fue hasta el siglo XIX cuando los habitantes de Castillo de Locubín lograron su autonomía municipal. Hubo intentos de separarse ya en 1600 y 1729, pero siempre se frustraban por la oposición alcalaína. Finalmente, en 1833-1835 el municipio se emancipó definitivamente y comenzó su andadura independiente. Más adelante, en 1915, el rey Alfonso XIII le otorgó el título de Ciudad (aunque por su tamaño solemos hablar de “pueblo”, este honorífico título muestra su importancia histórica). Hoy en día, al pasear por sus calles, se percibe esa mezcla de historia: desde la huella islámica en el trazado urbano hasta las tradiciones agrícolas heredadas de los antepasados. Cada piedra del antiguo castillo y cada celebración local nos recuerda que Castillo de Locubín tiene un alma forjada a lo largo de los siglos. Qué ver y hacer en Castillo de Locubín A pesar de ser un pueblo pequeño, Castillo de Locubín ofrece muchas experiencias al viajero. Te invito a conocer sus monumentos, perderte por sus rincones con encanto y disfrutar de la naturaleza que lo rodea. Aquí te cuento mis imprescindibles: Monumentos y lugares de interés Iglesia de San Pedro Apóstol: Es la parroquia principal, construida a finales del siglo XVI. Me impresionó su elegante portada renacentista y el robusto campanario que se divisa desde distintos puntos del pueblo. En su interior, además de la paz típica de los templos andaluces, alberga imágenes religiosas de gran devoción local. Destaca la figura de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una escultura del siglo XVII atribuida al círculo de Martínez Montañés, que es la joya artística del pueblo. Visitar esta iglesia es casi obligatorio para apreciar la historia y el arte castillero. Castillo de la Villeta (Torre del Batán): Aunque hoy solo quedan restos de la antigua fortaleza árabe que dio nombre al pueblo, el sitio del castillo en el barrio de La Villeta tiene un encanto especial. Paseando por allí sentí que retrocedía en el tiempo, imaginando las murallas que una vez defendieron la frontera del reino de Granada. Se conserva la planta de la antigua torre del homenaje (la torre principal), derribada por un vendaval en 1593 cuando ya estaba en ruinas. También pueden identificarse partes de su plaza de armas y la ubicación de las puertas de entrada. Desde este punto elevado se obtienen vistas panorámicas preciosas del valle y las sierras circundantes, así que no olvides la cámara. Un atardecer desde el antiguo castillo, con los tejados de Castillo de Locubín a tus pies, es de esos recuerdos imborrables. Ermitas y rincones con encanto: Otro aspecto que me encanta de este pueblo es la cantidad de pequeñas ermitas y puntos pintorescos que encuentras al caminar. Por ejemplo, la Ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno está muy ligada a la devoción local; en ella se custodia la imagen del Nazareno que mencioné antes. Es sencilla pero tiene una atmósfera espiritual especial, sobre todo en las mañanas silenciosas. Si recorres las pedanías, encontrarás la Ermita de San Antón en Ventas del Carrizal y la Ermita de la Virgen de Fátima en la aldea de Los Chopos, cada una con su historia y celebraciones particulares. No dejes de pasar por la Plaza de la Constitución, en pleno centro del pueblo, que actúa como plaza Mayor. Alrededor están el Ayuntamiento y algunos bares tradicionales. Muy cerca se ubica la Casa Museo de Castillo de Locubín, que antiguamente fue un hospital de la Orden de Calatrava. Hoy funciona como museo etnográfico local; a mí me resultó curioso ver objetos antiguos y fotos que cuentan cómo era la vida aquí hace décadas. Estos detalles te ayudan a comprender mejor las raíces castilleras y la forma de vida rural de antaño. Fuentes y antiguos molinos: Paseando, te toparás con antiguas fuentes y lavaderos que eran puntos de reunión tradicionales. Además, en los alrededores existen molinos harineros centenarios;

Castellar: qué ver, historia, naturaleza y gastronomía en este pueblo mágico de Jaén

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Siempre que viajo por la provincia de Jaén me dejo sorprender por sus pueblos cargados de historia. En esta ocasión quiero invitarte a descubrir Castellar (Jaén), un encantador pueblo jiennense enclavado en la comarca de El Condado, al norte de la provincia. Nada más llegar, Castellar me cautivó: se alza sobre una loma asomada a un mar de olivos interminable y, a cada paso por sus calles, sientes que viajas en el tiempo. No es casualidad que Castellar haya sido reconocido como uno de los “Pueblos Mágicos de España”. Sus monumentos medievales, sus museos únicos, el entorno natural a las puertas de Sierra Morena y sus tradiciones centenarias le dan un encanto especial. En primera persona te contaré su historia, qué ver y hacer, las mejores rutas en la naturaleza, los sabores de su gastronomía y hasta sus fiestas más singulares. ¡Acompáñame en esta guía completa para descubrir Castellar, uno de los tesoros mejor guardados de Jaén! Historia y patrimonio de Castellar Cuando paseo por Castellar, puedo sentir la huella de las civilizaciones que pasaron por aquí. La historia de esta villa se remonta miles de años atrás: hubo asentamientos ya en la prehistoria y durante la época íbera fue un lugar destacado. De hecho, a apenas 1,5 km del pueblo se encuentra el Santuario Ibérico de la Cueva de la Lobera, un antiguo lugar de culto de más de 2.300 años de antigüedad donde se han hallado decenas de exvotos de bronce (figurillas ofrecidas a los dioses). Esta riqueza arqueológica nos habla de la importancia de Castellar en la cultura íbera, dentro del territorio de la Oretania. Más tarde, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos también dejaron su impronta en estas tierras, estratégicas entre Andalucía y La Mancha. Ya en la Edad Media, Castellar fue de las primeras villas jiennenses reconquistadas por Fernando III en el siglo XIII. Durante siglos perteneció al Condado de Santisteban del Puerto, y su nombre antiguo fue Castellar del Condado o Castellar de Santisteban hasta que finalmente quedó en Castellar a secas. Aquel pasado fronterizo y nobiliario ha legado un patrimonio monumental notable en el casco urbano. Pasear por el centro histórico es como retroceder a época medieval: las calles estrechas y casas encaladas rodean antiguos edificios señoriales. En la Plaza de la Constitución, centro neurálgico del pueblo, me detuve a admirar varios símbolos de su historia. Allí se alza la Casa Consistorial (ayuntamiento), y justo enfrente destaca una escultura en bronce de una Dama Íbera, homenaje al ilustre pasado íbero de Castellar. Esta plaza, amplia y peatonal, está flanqueada por dos de los monumentos más importantes: la iglesia mayor y la colegiata. La Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación es el templo parroquial más antiguo. Su robusta torre campanario de estilo protogótico sobresale sobre los tejados y de inmediato llama la atención. Me contaron que esta torre es en realidad el resto de una antigua fortificación visigoda y árabe, reutilizada tras la reconquista como campanario. La iglesia se comenzó a construir en el siglo XIV aprovechando elementos del viejo recinto defensivo, lo que explica su aspecto de fortaleza. Hoy podemos ver su portada barroca del siglo XVII y, si tenemos suerte de encontrarla abierta, apreciar en el interior su sencilla nave gótica. La torre de la Encarnación es, pues, el monumento más antiguo de Castellar y vigila el pueblo desde hace más de 600 años. A pocos pasos se encuentra la Ex Colegiata de Santiago Apóstol, otro edificio emblemático cargado de arte e historia. Esta iglesia de estilo renacentista fue construida entre 1642 y 1648 por orden de don Mendo Benavides (señor del lugar), y más tarde el Papa Inocencio XII la elevó a la categoría de Colegiata en 1692. Al acercarme, me maravilla su elegante fachada con portada clásica y la cúpula del campanario cubierta de tejas vidriadas de colores. El interior sigue una planta de cruz latina y conserva curiosidades como un coro elevado y, en la sacristía, una colección de 54 óleos de retratos de papas —una de las más importantes de España— recientemente restaurados. Además, la Colegiata posee un precioso claustro con arcos de medio punto sobre columnas toscanas y una monumental escalera barroca. Es un verdadero tesoro arquitectónico que refleja el poder que tuvo Castellar en siglos pasados. Otro rincón histórico que no pasa inadvertido es el Antiguo Palacio de los Duques de Medinaceli, señores de Castellar. Este palacio se levantó sobre la base de una fortaleza medieval previa. Aunque hoy día está bastante transformado, aún se pueden apreciar partes de su estructura integrada en edificios del casco viejo. De hecho, una de sus torres del homenaje del siglo XVI permanece en pie y ha sido reconvertida en museo (¡te hablaré de él enseguida!). También merecen atención algunas casonas solariegas con heráldica en sus fachadas, como la Casa de la familia Díez, muestra de la arquitectura civil del XVIII. A las afueras del pueblo, en el cerro de Montesinos, se encuentran los restos del Castillo de Consolación. Yo llegué conduciendo por un camino rural hasta la cercana Ermita de la Virgen de Consolación, y junto a ella, sobre una colina, vi los vestigios de esta antigua fortaleza. Queda parte de la torre del homenaje, con su arco apuntado de entrada y una saetera (ventana estrecha defensiva). Aunque está semirruinoso, este castillo tiene una atmósfera romántica, rodeado de encinas y leyendas: la tradición cuenta que aquí se apareció la Virgen de Consolación, patrona de Castellar. No es difícil imaginar a los antiguos centinelas vigilando desde esta torre, dominando el horizonte de olivos. El patrimonio religioso se completa con la propia Ermita de la Virgen de Consolación, junto al castillo. Es una pequeña ermita medieval de una sola nave, muy querida por los castellariegos, pues cada año acoge la romería de su patrona. Su torre campanario fue declarada Bien de Interés Cultural y, aunque sencilla, el entorno en que se ubica la hace especial. Por último, no puedo dejar de mencionar un elemento humilde pero cargado de simbolismo histórico:

Cárcheles: guía completa de historia, turismo y encanto rural

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¡Hola! Me alegra presentarte Cárcheles (Jaén), un rincón con mucho encanto en el sur de la provincia de Jaén. Este municipio, situado en la comarca de Sierra Mágina, está formado por dos pueblecitos blancos: Cárchel y Carchelejo. En mi viaje por tierras jiennenses, Cárcheles me sorprendió gratamente por su autenticidad rural, sus olivares infinitos y la tranquilidad de sus calles. Te hablo en primera persona porque quiero transmitirte de forma cercana lo especial que es este lugar y todo lo que descubrí allí. Prepárate para conocer su historia, sus monumentos, los mejores planes al aire libre, la deliciosa gastronomía local y sus tradiciones más arraigadas. ¡Acompáñame en este recorrido por Cárcheles! Historia y patrimonio de Cárcheles Siempre que llego a un pueblo nuevo me gusta saber un poco de su historia, y en Cárcheles hay mucho que contar. Resulta que este municipio nació en 1974 de la fusión administrativa de sus dos localidades, Cárchel y Carchelejo, que anteriormente fueron municipios independientes. Curiosamente, hace siglos también estuvieron unidas, así que la historia ha dado un círculo completo. Los orígenes de Cárcheles se remontan a la época medieval, durante la Reconquista. Alfonso X el Sabio, allá por el año 1256, donó el antiguo Castillo de Cárcheles al obispo de Jaén. Hoy de aquella fortaleza solo quedan ruinas conocidas como El Castillejo, ubicadas en un cerro cercano, pero saber que caminamos sobre tierras de tanta historia le da un toque especial a la visita. Durante siglos, estas aldeas estuvieron bajo distintas jurisdicciones (a veces dependieron del vecino municipio de Cambil) hasta que en el siglo XIX lograron ser independientes. Como te comenté, finalmente en el siglo XX se unieron para formar el Cárcheles que conocemos hoy. El patrimonio histórico-artístico de Cárcheles es modesto pero muy interesante. Paseando por Cárchel, visité la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Remedios, templo principal del pueblo. Me impresionó su aire neoclásico y su pequeña espadaña que hace de campanario. Se levantó sobre una iglesia más antigua y, según me contaron, justo al lado hubo un antiguo cementerio visigodo, lo que sugiere que este lugar sagrado ha tenido importancia desde tiempos muy lejanos. En Carchelejo, el núcleo más grande y sede del ayuntamiento, se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, que destaca en el horizonte con su torre. Esta iglesia también tiene sus años y forma parte esencial del perfil histórico del pueblo, acogiendo a la comunidad local en fiestas y celebraciones. No muy lejos de Carchelejo descubrí los restos del Convento de Cazalla, un antiguo monasterio del siglo XV. Hoy en día solo quedan algunas ruinas: la portada de piedra, un arco de medio punto tapiado que en su día daba acceso al templo, y una hornacina con la imagen de San Basilio Magno. Me quedé un rato allí imaginando cómo sería la vida de los monjes hace quinientos años en medio de estas sierras. Es un lugar lleno de silencio y evocación histórica. En mi paseo también encontré pequeñas joyas arquitectónicas de la vida cotidiana: antiguas fuentes y abrevaderos de piedra que servían para abastecer a los vecinos y el ganado. Por ejemplo, la Fuente de Carchelejo, con sus seis pilones de piedra, es un vestigio encantador de otra época que aún hoy mana agua fresca. Este conjunto de fuentes históricas repartidas por el municipio te hace viajar al pasado y apreciar la importancia del agua en estas tierras de secano. Qué ver y qué hacer en Cárcheles A pesar de ser un municipio pequeño, en Cárcheles encontré varias actividades y lugares de interés para disfrutar una visita completa. Te cuento mis recomendaciones de qué ver y hacer: Recorrido por los pueblos: Lo primero que hice fue caminar con calma por las calles de Cárchel y Carchelejo. Son pueblos andaluces auténticos, de casitas blancas y vida tranquila. En Cárchel, además de la Iglesia de los Remedios ya mencionada, me acerqué a la Ermita de San Marcos, una pequeña capilla sencilla pero entrañable. Dicen los vecinos que en abril celebran una romería hasta aquí, ¡ya me imagino el ambiente festivo en ese entorno! En Carchelejo, tras admirar la Iglesia de los Ángeles, paseé por su plaza y rincones, encontrando detalles típicos como antiguas puertas de madera labrada y macetas floridas en las fachadas. No olvides asomarte a las vistas de los campos desde las partes altas del pueblo, donde se aprecia el mar de olivos característico de Jaén. Monumentos históricos: Si te interesa el patrimonio, no dejes de visitar los restos del Convento de Cazalla. Está a unos 2 km de Carchelejo, en un paraje llamado Cazalla. Yo llegué andando por un sendero fácil entre olivares y de repente aparecieron los arcos y muros semiderruidos envueltos por la vegetación. Es un sitio fotogénico y con una atmósfera especial, ideal para quienes disfrutan explorando ruinas históricas. También puedes acercarte hasta El Castillejo, donde estaban las ruinas del castillo medieval. La subida es breve y desde allí se domina todo el valle del río Guadalbullón. Aunque del castillo queden pocos restos, las vistas panorámicas recompensan el paseo, sobre todo al atardecer con la luz dorada sobre los campos. Naturaleza y rutas: Los amantes de la naturaleza encontrarán en Cárcheles un buen punto de partida para explorar la Sierra Sur de Jaén, en los límites de la Sierra Mágina. Uno de los parajes que más me gustó fue el Barranco del Monasterio, una garganta cercana al convento en ruinas que ofrece un pequeño recorrido de senderismo entre formaciones rocosas y matorral mediterráneo. Muy cerca está la Cueva del Puerto de las Palomas, que me comentaron es interesante para la espeleología (solo recomendable para expertos y con guía, pues adentrarse en cuevas siempre requiere precaución). Si prefieres algo más relajado, Cárcheles cuenta con el Parque de la Fuente –un área recreativa local– donde se puede hacer picnic bajo la sombra, junto a fuentes de aguas frescas. Yo llevé algo de comer y disfruté de una merienda campestre escuchando solo el sonido de los pájaros y el

Carboneros: la guía definitiva para descubrir este pueblo de Sierra Morena

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Llegar a Carboneros, en la provincia de Jaén, es adentrarse en un pequeño pueblo cargado de historia y encanto, enclavado en la falda meridional de Sierra Morena. 😍 Carboneros apenas supera los 600 habitantes, pero su importancia radica en ser una de las Nuevas Poblaciones fundadas en el siglo XVIII bajo las reformas ilustradas del rey Carlos III. ¿Sabías que su origen se debe a un ambicioso proyecto colonizador? Te lo cuento: Carboneros nació para repoblar estas tierras despobladas, y hoy conserva ese legado en sus calles rectas, su plaza peculiar y en la hospitalidad de sus vecinos. Cuando visité Carboneros por primera vez, me sorprendió la tranquilidad que se respira y el peso de la historia en cada rincón. Es el típico lugar donde uno siente que el tiempo va más despacio, ideal para desconectar del ajetreo urbano. En esta guía personal y completa, te llevaré de la mano por Carboneros (Jaén): desde sus orígenes y monumentos, hasta las rutas de senderismo por su entorno natural, sus sabrosas tradiciones gastronómicas, fiestas únicas como la Fiesta de los Pintahuevos, y consejos para que tu visita sea inolvidable. ¡Acompáñame a descubrir este rinconcito de Sierra Morena lleno de sorpresas! 🚗🌄 Historia y patrimonio de Carboneros Orígenes coloniales con sello ilustrado La historia de Carboneros es fascinante. Este pueblo fue fundado en 1767-1768 como parte del Plan de Nuevas Poblaciones de Sierra Morena impulsado por Carlos III y dirigido por el superintendente Pablo de Olavide. Imagino la escena: a finales del siglo XVIII llegan familias colonas de centroeuropa (alemanes, flamencos, etc.), trayendo nuevas formas de vida a estas tierras hasta entonces despobladas y azotadas por bandoleros. 🎩🌱 La intención de la Corona era crear pueblos modélicos de agricultores autosuficientes en esta zona estratégica entre Andalucía y La Mancha. El nombre de Carboneros hace referencia a la riqueza minera y de carbón vegetal de la zona en la antigüedad. De hecho, se dice que en tiempos del general cartaginés Aníbal (sí, el de los elefantes 🐘 cruzando los Alpes) ya se explotaban minas de plata cerca de aquí, en el yacimiento de Los Palazuelos vinculado a la antigua ciudad ibero-romana de Cástulo. Más tarde, con la repoblación ilustrada, Carboneros renace como pueblo planificado. Un trazado urbano único Pasear por Carboneros es casi caminar por un plano del siglo XVIII. 😮 El pueblo presenta un trazado ortogonal perfecto, con una calle principal (la Calle Constitución) que cruza la localidad de extremo a extremo, y en cuyo centro se forma una plaza elíptica singular. Este diseño urbano, distinto al de los típicos pueblos andaluces, refleja las ideas de la Ilustración: orden, simetría y funcionalidad. En esa plaza se alzan los edificios históricos más importantes de Carboneros, concebidos para los poderes civil y religioso de la colonia. Por un lado, sobresale la Iglesia de la Inmaculada Concepción, y justo enfrente, cerrando la plaza, el antiguo Pósito de Labradores. A ambos lados de la iglesia se ubican antiguas casas destinadas a autoridades civiles y religiosas. Esta disposición simétrica te transporta al sueño utópico de Carlos III de construir una sociedad ideal en miniatura. Iglesia de la Inmaculada Concepción El monumento más destacado de Carboneros es, sin duda, su iglesia parroquial dedicada a la Inmaculada Concepción. Construida en la segunda mitad del siglo XVIII (hacia 1768-1775), esta iglesia de estilo neoclásico impresiona por su elegante sencillez. Su fachada de piedra de sillería luce una simetría perfecta, con un portal de arco de medio punto flanqueado por pilastras dóricas, rematado en un frontón triangular clásico. No verás excesiva ornamentación barroca; al contrario, representa la arquitectura de la razón propia de su época, equilibrando funcionalidad y estética. Una curiosidad: la entrada de la iglesia está ligeramente retranqueada respecto a la calle, creando una falsa plaza ovalada frente a ella. Esta solución urbanística realza todavía más el templo, que debía ser el edificio más alto y monumental del nuevo pueblo. En el interior, la iglesia es sencilla, de nave única cubierta por bóveda de cañón, acorde con la estética sobria del exterior. Si te gusta la historia del arte, apreciarás los detalles neoclásicos y el hecho de que esta iglesia se parece a otras de las Nuevas Poblaciones de la zona (por ejemplo, la de La Carolina), casi como hermanas de diseño. El Pósito y otros edificios históricos Frente a la iglesia, al otro lado de la plazuela elíptica, se encuentra el Pósito de Labradores y Diezmo. Este edificio, también del siglo XVIII, era el granero comunal donde se almacenaba cereal para asegurar el pan del pueblo y cobrar el diezmo. Hoy lo verás restaurado y encalado de blanco, con su puerta lintelada al frente accesible por una doble escalinata​. Tiene planta en U con un patio interior y varias arcadas de arcos de medio punto en su nave principal​. Actualmente alberga la biblioteca municipal y centro cultural, así que puedes entrar a curiosear si está abierto; estarás pisando un pedazo de historia económica local reconvertido en espacio de conocimiento 📚. Paseando por la Calle Constitución también encontrarás algunas casas antiguas de la época fundacional, reconocibles por su arquitectura tradicional colona, sencilla y funcional. Fíjate en los detalles: ventanas enrejadas, grandes portones de madera y fachadas encaladas. Aunque Carboneros es pequeño, caminar por sus calles rectilíneas es casi como estar en un museo al aire libre de urbanismo ilustrado. No te olvides de saludar – aquí todo el mundo se conoce y el visitante siempre recibe una sonrisa amable. 😊 Qué ver y qué hacer en Carboneros A pesar de su tamaño, en Carboneros hay cosas interesantes que ver y hacer. La experiencia aquí es sobre todo disfrutar del ambiente rural auténtico y descubrir pequeños tesoros históricos y naturales. Te recomiendo algunas actividades imprescindibles: Recorrido por el centro histórico: Comienza en la Plaza de la Iglesia. Contempla la Iglesia de la Inmaculada Concepción y el Pósito de Labradores ya mencionados. Si tienes suerte y están abiertos, entra para apreciar su interior histórico. Después, recorre la Calle Constitución de un extremo a otro. Es

Canena, Jaén: guía completa para descubrir su castillo, historia y encanto entre olivos

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¡Hola! Soy un viajero amante de los pequeños pueblos con encanto, y hoy te voy a llevar conmigo a descubrir Canena, en la provincia de Jaén. Seguramente has oído hablar de su imponente castillo renacentista o de su famoso aceite de oliva, ¿verdad? Pues déjame contarte que Canena es mucho más: es historia viva entre campos de olivos, es relajarse en un balneario centenario y es saborear la auténtica gastronomía jiennense en un entorno tranquilo. En primera persona y de manera muy cercana, te relataré todo lo que necesitas saber para visitar Canena: desde sus orígenes e hitos patrimoniales, hasta qué ver y hacer, dónde probar sus delicias locales, dónde puedes dormir si decides quedarte y algunos consejos prácticos para aprovechar al máximo tu viaje. Prepárate para enamorarte de este rincón de Andalucía que, aunque pequeño, tiene un montón que ofrecer. ¡Vamos allá! Historia y patrimonio de Canena Para entender la magia de Canena, viene bien saber un poco de su historia. Este pueblo, situado en la comarca de La Loma en Jaén, tiene orígenes remotos: se han encontrado vestigios desde la Prehistoria (herramientas de piedra pulimentada) y también restos romanos en sus alrededores. De hecho, junto al cercano arroyo de la Yedra hay ruinas de un antiguo acueducto romano y un molino de cereal (El Molinillo), lo que indica que ya en época romana esta zona estaba habitada y aprovechada. El nombre de Canena podría derivar de tiempos árabes (se cree que una tribu bereber, los Banu Kinana, se asentó aquí hacia el siglo VIII). Luego, con la conquista cristiana por Fernando III en el s. XIII, el lugar pasó a la órbita de órdenes militares y finalmente, en el Renacimiento (s. XVI), cayó en manos de Francisco de los Cobos, secretario del emperador Carlos V, quien marcaría para siempre el patrimonio local. Precisamente, el mayor tesoro patrimonial de Canena nació en esa época: su castillo-palacio renacentista, que domina el pueblo desde lo alto. Más adelante le dedicamos su propia sección, porque realmente es la joya de Canena. Solo te adelanto que fue construido en torno a 1538 sobre una antigua fortaleza medieval y que está declarado Monumento Nacional desde 1931. ¡Imponente es poco! Además del castillo, dando un paseo por Canena descubrirás otros monumentos históricos: Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción (también considerada la iglesia parroquial de Santa María): Un templo del siglo XVI, de estilo renacentista en su fachada, pero con sorpresa en el interior: su techumbre es de madera con decoración mudéjar, lo que evidencia esa mezcla de influencias de la época. Consta de tres naves separadas por arcos de medio punto sobre columnas. Al entrar, te llamará la atención su torre campanario cuadrada y, si tienes oportunidad, pregunta por la sacristía-museo, donde guardan libros de bautizos y objetos litúrgicos que datan ¡del 1564 en adelante! Es un lugar lleno de historia local. Ermita de Nuestra Señora de los Remedios (antigua ermita del Rosario): Se ubica a las afueras del casco urbano. Es una ermita sencilla pero con mucha solera, cuya construcción inició a finales del siglo XV y se completó en el XVIII. En su fachada aún puede leerse que se levantó gracias a limosnas de los vecinos. Tiene planta rectangular con una cubierta de bóveda de cañón. Al entrar verás un pequeño cancel con arcos algo rebajados, sostenidos por columnas dóricas. Es la ermita de la patrona, la Virgen de los Remedios, muy querida en el pueblo. Si te gusta el turismo religioso o simplemente los edificios antiguos con encanto humilde, te encantará esta ermita rodeada de paz. Museo de las Telecomunicaciones: ¡Así es, Canena tiene un museo curioso dedicado al teléfono y las comunicaciones! Está instalado en un edificio del casco urbano y exhibe una colección de aparatos antiguos, centrales, cables y demás equipos telefónicos históricos, cedidos en parte por la Fundación Telefónica. Inaugurado en 2010, es un pequeño museo pero diferente, ideal si eres amante de la tecnología vintage. Puede ser una visita amena, especialmente en familia, para ver cómo eran los teléfonos de hace décadas. Pregunta en el Ayuntamiento o Casa de la Cultura por los horarios de apertura, ya que suelen ser limitados o con cita. Fuentes históricas: Repartidas por el pueblo hay varias fuentes con historia. Destacan la Fuente Nueva, con sus dos caños y pila de piedra en un parquecito (data de tiempos de Carlos V), y la Fuente del Caño, con un pilar y antiguo lavadero adjunto, en pleno centro del pueblo. También están la Fuente del Arca y la del Pilarejo en las afueras, que originalmente servían al riego y al propio castillo. Estas fuentes quizá pasen más desapercibidas, pero si te topas con alguna en tu paseo, sabrás que forman parte del legado histórico de Canena y que por ellas ha corrido agua desde hace siglos. El patrimonio de Canena refleja su larga historia: desde restos romanos hasta joyas renacentistas. Pasear por sus calles tranquilas es casi como viajar en el tiempo, encontrando detalles antiguos a cada paso. Ahora bien, hablemos en detalle de la estrella del pueblo, que bien lo merece. Castillo de Canena (monumento emblemático) Sin duda, el Castillo de Canena es el símbolo indiscutible de la localidad. Te cuento mi experiencia: al llegar, lo primero que vi fue su silueta robusta coronando una pequeña colina junto al pueblo. Es un castillo de piedra dorada por el sol de Jaén, de planta cuadrada con torres cilíndricas en las esquinas. No esperes un castillo medieval en ruinas; al contrario, se trata de un palacio renacentista fortificado, elegante y sobrio a la vez. Un poco de historia del castillo: originalmente aquí hubo una fortaleza probablemente de época árabe, pero la estructura actual se levantó en 1538. Francisco de los Cobos (el poderoso hombre de confianza de Carlos V) compró la villa de Canena y mandó construir un palacio sobre los restos del castillo anterior. Para ello contrató –según muchos historiadores– al prestigioso arquitecto Andrés de Vandelvira, el mismo que diseñó grandes monumentos renacentistas