Siempre que viajo por la provincia de Jaén me dejo sorprender por sus pueblos cargados de historia. En esta ocasión quiero invitarte a descubrir Castellar (Jaén), un encantador pueblo jiennense enclavado en la comarca de El Condado, al norte de la provincia. Nada más llegar, Castellar me cautivó: se alza sobre una loma asomada a un mar de olivos interminable y, a cada paso por sus calles, sientes que viajas en el tiempo.
No es casualidad que Castellar haya sido reconocido como uno de los “Pueblos Mágicos de España”. Sus monumentos medievales, sus museos únicos, el entorno natural a las puertas de Sierra Morena y sus tradiciones centenarias le dan un encanto especial. En primera persona te contaré su historia, qué ver y hacer, las mejores rutas en la naturaleza, los sabores de su gastronomía y hasta sus fiestas más singulares. ¡Acompáñame en esta guía completa para descubrir Castellar, uno de los tesoros mejor guardados de Jaén!
Historia y patrimonio de Castellar
Cuando paseo por Castellar, puedo sentir la huella de las civilizaciones que pasaron por aquí. La historia de esta villa se remonta miles de años atrás: hubo asentamientos ya en la prehistoria y durante la época íbera fue un lugar destacado. De hecho, a apenas 1,5 km del pueblo se encuentra el Santuario Ibérico de la Cueva de la Lobera, un antiguo lugar de culto de más de 2.300 años de antigüedad donde se han hallado decenas de exvotos de bronce (figurillas ofrecidas a los dioses). Esta riqueza arqueológica nos habla de la importancia de Castellar en la cultura íbera, dentro del territorio de la Oretania. Más tarde, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos también dejaron su impronta en estas tierras, estratégicas entre Andalucía y La Mancha.
Ya en la Edad Media, Castellar fue de las primeras villas jiennenses reconquistadas por Fernando III en el siglo XIII. Durante siglos perteneció al Condado de Santisteban del Puerto, y su nombre antiguo fue Castellar del Condado o Castellar de Santisteban hasta que finalmente quedó en Castellar a secas. Aquel pasado fronterizo y nobiliario ha legado un patrimonio monumental notable en el casco urbano.
Pasear por el centro histórico es como retroceder a época medieval: las calles estrechas y casas encaladas rodean antiguos edificios señoriales. En la Plaza de la Constitución, centro neurálgico del pueblo, me detuve a admirar varios símbolos de su historia. Allí se alza la Casa Consistorial (ayuntamiento), y justo enfrente destaca una escultura en bronce de una Dama Íbera, homenaje al ilustre pasado íbero de Castellar. Esta plaza, amplia y peatonal, está flanqueada por dos de los monumentos más importantes: la iglesia mayor y la colegiata.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación es el templo parroquial más antiguo. Su robusta torre campanario de estilo protogótico sobresale sobre los tejados y de inmediato llama la atención. Me contaron que esta torre es en realidad el resto de una antigua fortificación visigoda y árabe, reutilizada tras la reconquista como campanario. La iglesia se comenzó a construir en el siglo XIV aprovechando elementos del viejo recinto defensivo, lo que explica su aspecto de fortaleza. Hoy podemos ver su portada barroca del siglo XVII y, si tenemos suerte de encontrarla abierta, apreciar en el interior su sencilla nave gótica. La torre de la Encarnación es, pues, el monumento más antiguo de Castellar y vigila el pueblo desde hace más de 600 años.
A pocos pasos se encuentra la Ex Colegiata de Santiago Apóstol, otro edificio emblemático cargado de arte e historia. Esta iglesia de estilo renacentista fue construida entre 1642 y 1648 por orden de don Mendo Benavides (señor del lugar), y más tarde el Papa Inocencio XII la elevó a la categoría de Colegiata en 1692. Al acercarme, me maravilla su elegante fachada con portada clásica y la cúpula del campanario cubierta de tejas vidriadas de colores. El interior sigue una planta de cruz latina y conserva curiosidades como un coro elevado y, en la sacristía, una colección de 54 óleos de retratos de papas —una de las más importantes de España— recientemente restaurados. Además, la Colegiata posee un precioso claustro con arcos de medio punto sobre columnas toscanas y una monumental escalera barroca. Es un verdadero tesoro arquitectónico que refleja el poder que tuvo Castellar en siglos pasados.
Otro rincón histórico que no pasa inadvertido es el Antiguo Palacio de los Duques de Medinaceli, señores de Castellar. Este palacio se levantó sobre la base de una fortaleza medieval previa. Aunque hoy día está bastante transformado, aún se pueden apreciar partes de su estructura integrada en edificios del casco viejo. De hecho, una de sus torres del homenaje del siglo XVI permanece en pie y ha sido reconvertida en museo (¡te hablaré de él enseguida!). También merecen atención algunas casonas solariegas con heráldica en sus fachadas, como la Casa de la familia Díez, muestra de la arquitectura civil del XVIII.
A las afueras del pueblo, en el cerro de Montesinos, se encuentran los restos del Castillo de Consolación. Yo llegué conduciendo por un camino rural hasta la cercana Ermita de la Virgen de Consolación, y junto a ella, sobre una colina, vi los vestigios de esta antigua fortaleza. Queda parte de la torre del homenaje, con su arco apuntado de entrada y una saetera (ventana estrecha defensiva). Aunque está semirruinoso, este castillo tiene una atmósfera romántica, rodeado de encinas y leyendas: la tradición cuenta que aquí se apareció la Virgen de Consolación, patrona de Castellar. No es difícil imaginar a los antiguos centinelas vigilando desde esta torre, dominando el horizonte de olivos.
El patrimonio religioso se completa con la propia Ermita de la Virgen de Consolación, junto al castillo. Es una pequeña ermita medieval de una sola nave, muy querida por los castellariegos, pues cada año acoge la romería de su patrona. Su torre campanario fue declarada Bien de Interés Cultural y, aunque sencilla, el entorno en que se ubica la hace especial.
Por último, no puedo dejar de mencionar un elemento humilde pero cargado de simbolismo histórico: la Fuente del Caño. Esta fuente de piedra, situada en la entrada del pueblo, data de siglos atrás y seguía manando agua fresca el día de mi visita. Me pareció el detalle perfecto para darnos la bienvenida a Castellar, recordándonos la importancia del agua y el paso del tiempo en estos rincones.
Qué ver y qué hacer en Castellar (Jaén)
Después de empaparnos de historia, llega el momento de disfrutar activamente de Castellar. Te propongo un recorrido por los lugares imprescindibles que ver y algunas actividades que hacer para exprimir al máximo la visita. Prepárate porque, aunque es un pueblo pequeño, ¡tiene mucho que ofrecer!
Comienzo mi ruta en la Plaza de la Constitución, el corazón de Castellar. Desde aquí puedo orientar fácilmente las visitas: a un lado la Colegiata de Santiago, al otro la Casa Consistorial y la estatua de la Dama Íbera. Este es un buen sitio para hacer fotos panorámicas con la estampa de la plaza y la torre de la iglesia de fondo. Suelo sentarme un momento en un banco para observar la vida local: niños jugando, mayores conversando bajo la sombra y algún que otro visitante con mapa en mano. La atmósfera tranquila de pueblo andaluz se siente a cada instante.
Muy cerca de la plaza está uno de mis lugares favoritos: el Museo de Arte Ibérico de Castellar. Ocupa el interior de la antigua torre del castillo (conocida como Torre de Pallarés), lo cual ya de por sí es interesante: estás visitando un museo dentro de una torre medieval. Este museo arqueológico, inaugurado en 2010, exhibe una colección única de más de cien exvotos ibéricos de bronce encontrados en el Santuario de la Cueva de la Lobera y sus alrededores. Al recorrer sus dos salas de exposición, con modernas pantallas interactivas y paneles didácticos, aprendí muchísimo sobre los antiguos oretanos (los íberos de esta zona) y sus rituales. Ver de cerca esas figurillas de bronce, algunas representando guerreros, sacerdotes o animales, me conectó directamente con esa civilización de hace 23 siglos. Sin duda, el Museo Ibérico de Castellar es visita obligada para entender la esencia histórica del pueblo. Además, la propia torre ofrece vistas estupendas desde sus ventanales estrechos y es emocionante pensar que estás pisando el mismo lugar donde hubo un castillo.
A pocos pasos del museo se encuentra la ya mencionada Colegiata de Santiago Apóstol. Te recomiendo entrar si la encuentras abierta (a veces organizan visitas guiadas o está accesible en horario de culto). Admirar su nave renacentista, los cuadros de papas en la sacristía y pasear por el claustro restaurado es una experiencia fantástica para los amantes del arte sacro. Yo quedé impresionado con la monumental escalera del patio, ¡no esperaba encontrar algo así en un pueblo tan pequeño! Justo al lado, suele estar abierto el Museo de la Memoria Histórica de Castellar, que complementa muy bien la visita cultural. Este museo ocupa un edificio de tres plantas donde se repasa la historia local desde la prehistoria hasta el siglo XX. En la primera planta pude ver documentos, fotografías antiguas y objetos que cuentan la vida de Castellar a través de los tiempos. La segunda planta está dedicada al paisaje (con imágenes y audiovisuales sobre ese mar de olivos que rodea el pueblo) y la tercera planta rinde homenaje a Constantino Unghetti, un escultor local de renombre. Sus obras y recuerdos personales dan fe del talento artístico que también ha dado este rincón de Jaén. Salí del museo con una visión mucho más completa de Castellar y con la sensación de que este pueblo tiene un orgullo y una identidad muy marcados.
Otra visita curiosa dentro del casco urbano es el Mercado de Abastos. Desde principios del siglo XX ha sido el lugar de comercio local. Actualmente sigue funcionando con puestos de productos frescos, aunque también se ha renovado integrando una estructura moderna que respetó la fachada original. Cuando pasé por allí, era temprano y ya olía a verduras, embutidos y, cómo no, a aceite de oliva recién molido. Entré a curiosear y el mercader de aceitunas me ofreció probar unas aliñadas caseras… ¡Exquisitas! Si te interesa la vida cotidiana, date una vuelta por el mercado por la mañana para ver a los vecinos en plena compra, es una forma de conocer el día a día castellariego.
Además de los monumentos, en Castellar disfruté simplemente callejeando sin rumbo fijo. No te pierdas rincones con encanto como la calle de las Escalerillas, una estrecha vía con escalones y casas encaladas adornadas de flores; o la avenida Virgen de Consolación, que lleva hacia las afueras con bonitas vistas. Hay pequeños detalles en las esquinas, azulejos con nombres antiguos de calles, farolas forjadas… Todo ello le da un aire pintoresco ideal para la fotografía.
Para los más curiosos, recomiendo hacer una visita oleoturística aprovechando que estamos en la cuna del aceite de oliva. En los alrededores de Castellar existen almazaras (molinos de aceite) muy reconocidas. Por ejemplo, Aceites Castellar y Nobleza del Sur son dos empresas oleícolas locales que organizan visitas guiadas a sus olivares y fábricas. Yo tuve la oportunidad de visitar la finca ecológica de Nobleza del Sur, en el paraje de Vistalegre, a pocos kilómetros del pueblo. Fue una experiencia fantástica: caminamos entre olivos centenarios con un guía que nos explicó el proceso de cultivo ecológico, vimos las instalaciones de la almazara y finalmente hicimos una cata de aceite de oliva virgen extra. ¡Toda una delicia para los sentidos! Si te apasiona la gastronomía, esta actividad es un “must”. Aprendes a apreciar los matices del aceite y entiendes por qué el aceite de Castellar ha ganado fama internacional. Te recomiendo contactar previamente para reservar estas visitas, especialmente en época de cosecha (otoño e invierno) cuando la actividad en la almazara es mayor.
Por último, si visitas Castellar en verano, puedes aprovechar las noches tranquilas de este pueblo serrano. A mí me encanta sentarme en alguna terraza de bar en la plaza o cerca del mirador y simplemente disfrutar del fresco de la noche tras un día caluroso. En la oscuridad, el firmamento sobre Castellar se llena de estrellas (la contaminación lumínica es muy baja), así que incluso observar las estrellas se convierte en un plan recomendable para los amantes de la astronomía amateur.
Como ves, en Castellar hay mucho que ver y hacer: desde cultura e historia, hasta degustar su aceite o integrarse en la vida local. Es un destino ideal para una escapada tranquila pero llena de contenido.
Naturaleza y senderismo en Castellar
El entorno natural de Castellar es otro de sus grandes atractivos, especialmente para quien disfruta del turismo rural activo. Al norte del núcleo urbano se levanta la Sierra del Oro, parte de Sierra Morena, cuyos paisajes de monte mediterráneo invitan a la aventura. Yo, que adoro el senderismo, no pude resistir explorar algunos caminos y debo decir que quedé encantado con la naturaleza de Castellar.
Una de las rutas más populares y asequibles es la de Los Balcones del Agua. Se trata de una serie de senderos cortos en las inmediaciones del pueblo, ideales para un paseo tranquilo en familia. El recorrido parte cerca de la carretera A-312 que une Castellar con Santisteban, y transcurre entre abundante vegetación, pasando por antiguas fuentes y pilares que antaño abastecían a la población. En el camino encontré la Fuente de la Teja, la Fuente de la Cruz y el Pilar de las Vacas, cada uno con su charca y rodeados de juncos. Estos puntos de agua dan nombre a la ruta, como si fuesen «balcones» donde el agua asoma en medio del campo. El sendero está bien acondicionado, con bancos para descansar bajo la sombra de encinas y quejigos. Fue un paseo breve (menos de una hora ida y vuelta) pero muy reconfortante, perfecto para desconectar y escuchar el canto de los pájaros. Si buscas algo sencillo que hacer al aire libre en Castellar, Los Balcones del Agua es mi recomendación número uno.
Para una caminata con un poco más de historia y vistas panorámicas, nada mejor que subir al Santuario Ibérico de la Cueva de la Lobera. Aunque ya hablé de su importancia arqueológica, aquí te cuento mi experiencia caminando hasta allí. Desde el pueblo se puede ir andando perfectamente (son unos 1,5 km en ligera subida, aproximadamente 20-30 minutos). La ruta nos lleva hacia los Altos del Sotillo, el cerro rocoso donde se ubica el santuario. El camino cruza un bonito entorno de matorral mediterráneo; según la época del año verás jaras, tomillos y romero en flor. Al llegar a la zona arqueológica, encontrarás paneles informativos y senderos señalizados que te guían entre las rocas. Hay varios abrigos y cuevas poco profundas: la más famosa es la Cueva de la Lobera en sí, donde los íberos realizaban ofrendas. También se puede localizar la llamada Caverna del Ídolo, una oquedad mayor entre peñascos que habría albergado alguna escultura o ídolo (hoy no presente). Además del valor cultural, desde aquí arriba las vistas del valle son magníficas. Mirando hacia el sur, se divisa el caserío de Castellar rodeado de olivares; hacia el norte, las primeras estribaciones de Sierra Morena. Fui al atardecer y la luz dorada sobre el mar de olivos hizo que mereciera aún más la pena. Lleva calzado cómodo y agua, y prepárate para sentir la magia de un lugar sagrado milenario en plena naturaleza.
Si buscas rutas más largas o aventureras, la zona de Sierra del Oro ofrece varias posibilidades. Esta sierra, que alcanza algo más de 800 metros de altitud, está cubierta de encinas, quejigos y matorral, y es hábitat de fauna silvestre como jabalíes, zorros y aves rapaces. Existen pistas forestales y senderos (algunos utilizados por ganaderos y cazadores) que recorren parajes con nombres sugerentes: Majadascabras, El Colmenar, Salto del Fraile, Las Minas… Yo recorrí en coche (imprescindible un todoterreno) un tramo hasta un punto elevado conocido localmente como El Balcón del Condado, desde donde se contempla una panorámica amplia de toda la comarca de El Condado y incluso las sierras de Segura al fondo. Para los senderistas más preparados, una opción es contactar con guías locales o con el ayuntamiento, ya que ellos a veces organizan rutas de senderismo guiadas por la sierra. También en temporada de caza menor se practica la caza del perdiz y conejo en estos montes, una actividad tradicional del lugar.
Otro entorno natural cercano es el Embalse del Guadalén, a unos 20 km, donde confluyen los ríos Guadalén y Guadalimar. Si cuentas con más tiempo y vehículo, acercarte a este embalse puede ser agradable para avistar aves acuáticas o incluso pescar (con los permisos correspondientes). Las orillas del embalse ofrecen merenderos donde hacer picnic con vistas al agua.
En definitiva, Castellar es un destino estupendo para el turismo de naturaleza. Desde paseos sencillos con la familia hasta recorridos por la sierra para senderistas experimentados, aquí encontrarás un poco de todo. Yo disfruté especialmente combinando cultura y senderismo en la Cueva de la Lobera, pero cualquier opción es buena para respirar aire puro y maravillarse con el paisaje jiennense. No olvides llevar tu cámara de fotos: los contrastes entre las tierras rojizas, el verde grisáceo de los olivos y el azul del cielo son un recuerdo imborrable de este rincón de Andalucía.
Gastronomía de Castellar
Hablar de Castellar es hablar de buena mesa y sabores tradicionales. Desde que llegué, mis sentidos estuvieron de fiesta: el aroma del aceite de oliva virgen extra, el olor a leña de las cocinas, el sabor de los guisos caseros… La gastronomía castellariega es sencilla pero sabrosa, heredera de antiguas recetas rurales hechas con productos de la tierra.
El aceite de oliva es, sin duda, el rey de la cocina local. Aquí se produce un aceite virgen extra de altísima calidad, premiado en numerosas ocasiones. Los olivos de Castellar (variedad picual principalmente) dan un jugo verde intenso y aromático que aliña prácticamente todos los platos. Te darás cuenta de que en cada bar te sirven las tostadas con un generoso chorro de aceite y una pizca de sal: el desayuno andaluz por excelencia, ¡y qué mejor sitio para tomarlo que en el propio pueblo productor! No olvides llevarte alguna botella de aceite local; muchas almazaras tienen tienda donde comprar directamente al productor.
Uno de los productos estrella de Castellar son los espárragos trigueros (silvestres). Los habitantes presumen de que aquí crecen los mejores espárragos camperos de Jaén, y los preparan de varias formas deliciosas: en vinagrillo (marinados en vinagre, tipo encurtido), revueltos con huevos o en tortilla, y una receta que probé por recomendación local: espárragos con cabetes (habas tiernas) en un guiso suave. Si visitas en temporada primaveral, pregunta en los bares por platos con espárragos, ¡no te arrepentirás!
El recetario tradicional de Castellar brilla especialmente en sus platos de cuchara y puchero. El más emblemático son los “calandrajos”, conocidos en otros lugares como andrajos. Tuve la oportunidad de probar un plato de calandrajos con liebre y hierbabuena y fue una auténtica maravilla. Básicamente es un guiso caldoso con trozos de liebre (carne de caza) y unas tiras de masa de harina cocidas en el caldo, junto con tomate, ajo, cebolla, laurel y la nota fresca de la hierbabuena. El resultado es un estofado contundente y lleno de sabor a monte. También preparan una versión con bacalao especialmente típica en época de Cuaresma, sustituyendo la carne por pescado seco. Este plato caliente reconfortaba a los campesinos en invierno, y hoy sigue siendo un orgullo local.
De la misma familia de guisos está el ajoharina, otro plato tradicional que probé por curiosidad. Se trata de una especie de gachas espesas hechas con harina, patata, pimentón y ajo, a las que suelen añadir algunas verduras. En Castellar lo sirven con tropezones de panceta o incluso con almejas y anchoas (¡una mezcla curiosa que refleja influencias marineras a pesar de estar tierra adentro!). Me explicaron que el ajoharina tiene raíces antiguas, desde la sajina árabe hasta los pultes romanos, lo que demuestra la antigüedad de esta receta. Su sabor es intenso y con un punto picante por el ajo y pimentón, perfecto para entrar en calor.
Otro plato vinculado a las jornadas de caza es el galiano. Aunque originario de pastores de La Mancha, los transhumantes lo introdujeron aquí. Es parecido a los andrajos: un guiso con tortas de harina, carne de conejo o liebre, y hierbas aromáticas. No es tan común en los restaurantes, pero a veces en alguna fiesta campera lo preparan.
En época de matanza del cerdo (invierno) podrás encontrar el ajopringe, una especie de paté rústico elaborado con hígado de cerdo, especias y manteca, que se unta en pan. Junto a él, otras preparaciones cuyo nombre empieza por «ajo» pero no te equivoques, no son solo de ajo: el ajo quemao y el ajo mortero también son típicos en Castellar, consistiendo en majados de distintos ingredientes (pimiento, tomate, patata, etc.) en un denso puré para untar. Y cómo no, las clásicas gachas migas (gachas de harina de maíz servidas con torreznos, chorizo, etc.) que antaño tomaban los jornaleros para aguantar el duro trabajo; hoy son más bien un desayuno-merienda contundente en días fríos o de fiesta.
Para acompañar estos platos, nada mejor que el vino de la tierra. Aunque Jaén no es tan vinícola como otras provincias, en la comarca suelen tener vinos caseros, y licores tradicionales como el risol (licor de café) para las sobremesas.
¿Y qué hay de los dulces? Si eres goloso, en Castellar te deleitarás con la repostería casera típica andaluza. En las panaderías locales encontré mantecados y polvorones (especialmente en fechas navideñas), roscos fritos con un toque de anís, y unos curiosos roscos de viento que resultaron ser una especie de buñuelos huecos espolvoreados de azúcar (algunos los rellenan de crema pastelera, similares a profiteroles). En torno a la festividad de San Antón elaboran las tradicionales gachas de San Antón (unas gachas dulces con tostones de pan y anís) para tomar junto al fuego de las lumbres. Y en Semana Santa no faltan las torrijas y los hornazos (pan dulce con huevo duro).
Toda esta variedad gastronómica se puede disfrutar en los bares y restaurantes de Castellar, que aunque son pocos, preparan cocina auténtica. Mi recomendación personal para comer es el Restaurante de la Casa Rural La Colegiata, ubicado justo al lado de la plaza. En este acogedor mesón probé un menú casero con espárragos en vinagrillo de tapa, calandrajos de primero y de segundo un conejo en salsa para chuparse los dedos. Todo regado con vino de la zona y, de postre, flan casero. La relación calidad-precio fue excelente y el trato, muy familiar. Otra opción popular es Restaurante El Molino, que se encuentra en una antigua almazara restaurada: su especialidad son las carnes a la brasa y los guisos tradicionales, y el ambiente rústico le da mucho encanto (¡imagina comer junto a una vieja prensa de aceite expuesta en el comedor!). Para unas tapas más informales, me gustó Bar Las Ruedas, un bar de pueblo auténtico donde con cada consumición te ponen una tapita (aceitunas, embutido, queso local…) y donde todos parecen conocerse. Allí coincidí con varios lugareños que me contaron anécdotas del pueblo mientras saboreábamos unas cerveza y tapa al atardecer.
En definitiva, comer en Castellar es un placer. Desde platos de cuchara cargados de historia hasta productos locales de primer nivel, tu paladar se llevará grandes recuerdos. Mi consejo es que preguntes por los platos del día y las especialidades locales, así pruebas lo más típico. Y no olvides brindar con un buen aceite de oliva crudo sobre pan: el “oro líquido” de Castellar merece protagonismo en tu mesa.
Fiestas y tradiciones de Castellar
Si de verdad quieres conocer el alma de Castellar, te animo a vivir alguna de sus fiestas populares. Tuve la suerte de coincidir mi visita con una celebración local, y comprendí cuánto significan las tradiciones para los castellariegos. A lo largo del año, el calendario festivo de Castellar está marcado por eventos religiosos, romerías campestres y festejos donde no faltan la música, la gastronomía y hasta los toros. Te cuento los más importantes:
San Antón (17 de enero): Es la primera fiesta del año y una de las más entrañables. La víspera de San Antón, la noche del 16 de enero, el pueblo se ilumina con las tradicionales hogueras que los vecinos encienden en las puertas de sus casas. Esta costumbre de hacer luminarias sirve para rendir gracias al santo abad por proteger a los animales (San Antón es patrono de los animales). Yo pude ver varias hogueras ardiendo en distintas calles, alrededor de las cuales la gente se reúne para cantar, asar chorizos y compartir vino. El ambiente es mágico: las llamas bailando en la noche invernal y el aroma a leña quemada te transportan a tiempos antiguos. Al día siguiente suelen bendecir a las mascotas y ganado. Si visitas en enero, ¡no te pierdas las lumbres de San Antón y llévate ropa de abrigo (y que no te importe impregnar de olor a humo)!
Fiestas y Romería de San Benito (21 de marzo y primeros de agosto): San Benito Abad es el patrón de Castellar. Su festividad tiene dos momentos al año. El 21 de marzo, con la llegada de la primavera, los castellariegos llevan en procesión la imagen de San Benito desde el pueblo hasta su ermita, ubicada a un kilómetro (en las afueras). Es una pequeña romería primaveral en la que participan muchos vecinos andando junto al santo. Luego, a inicios de agosto, traen de regreso a San Benito desde la ermita hasta la iglesia del pueblo. Esta vuelta del patrón en verano se celebra por todo lo alto, coincidiendo con la época en que muchos castellariegos que viven fuera regresan de vacaciones. Aunque más modestas que la romería de la patrona, las fiestas de San Benito tienen su encanto, con actos religiosos sencillos y convivencia popular en el campo.
San Marcos (25 de abril): Una tradición agrícola muy curiosa se celebra cada año en la festividad de San Marcos. Antiguamente (y aún hoy algunos lo mantienen) las familias salían al campo este día tras llevar al santo evangelista en procesión. En los campos bendecidos entonaban las letanías de los santos y ataban con juncos o retamas unos nudos llamados “nudos de San Marcos” con la intención de “atar al diablo” y proteger así las cosechas de plagas. Tras estos rituales, la gente hacía meriendas campestres. Hoy, muchas pandillas de amigos o familias continúan la costumbre de pasar el día de San Marcos en el campo, comiendo bajo los olivos. Yo me uní a un grupo que muy amablemente me ofreció participar en su picnic y hasta me enseñaron a hacer los nudos con ramitas, explicándome la tradición. Fue un día de campo estupendo, con aire festivo pero relajado.
Romería de la Virgen de Consolación (1-3 de mayo): Esta es, sin duda, la fiesta grande de Castellar junto con la feria de agosto. La Virgen de Consolación es la patrona del pueblo y su romería es muy emotiva y esperada. Los actos comienzan el 1 de mayo: por la mañana, tras un pregón y misa, los romeros parten con la imagen de la Virgen desde la parroquia de Santiago hasta su santuario en el cerro de Consolación (unos 4 km). Decenas de caballos engalanados, carretas y mucha gente a pie acompañan la imagen entre cantos y cohetes. Cuando llegan al santuario, en el paraje de La Espinosa junto a las ruinas del castillo, se hace una ofrenda floral a la Virgen. Una vez instalada la imagen allí, arranca la convivencia romera: durante dos días (el 1 y 2 de mayo) las familias acampan en el campo alrededor de la ermita. Por la noche se realiza el tradicional acto de “darle las buenas noches a la Virgen”, cantándole una salve en plena madrugada que pone los vellos de punta por la devoción que se siente. Yo viví esa noche en la romería y fue inolvidable: hogueras por doquier, grupos cantando sevillanas y rumbas, el olor a chuletas asadas, y un cielo estrellado sobre nosotros mientras sonaban guitarras. El 3 de mayo al amanecer, tras despedir a la Virgen, la comitiva regresa con la patrona al pueblo. La entrada triunfal de la Virgen de Consolación en Castellar, con pétalos cayendo desde los balcones y aplausos, es el colofón de la fiesta. Si te gusta conocer las romerías andaluzas, la de Castellar te enamorará por su autenticidad y cercanía.
Feria y Fiestas de Agosto (semana del 15 de agosto): Coincidiendo con la Asunción, Castellar celebra su feria grande en honor a la Virgen de Consolación, trasladada a agosto para facilitar la participación de todos. Durante varios días en torno al 15 de agosto el pueblo se transforma: hay encierros de vaquillas por las calles al amanecer, corridas o novilladas en la plaza de toros, verbenas y bailes por la noche, y muchas actividades para niños y mayores (concursos, juegos, etc.). Personalmente, viví la experiencia de un encierro y fue emocionante ver a los mozos correr delante de las vaquillas por las calles céntricas, entre vallados improvisados y la adrenalina en el ambiente. Por la tarde, asistí a una novillada en la coqueta plaza de toros de Castellar: toreros noveles mostraban su arte ante un público entregado. Y al caer la noche, la feria continuaba en la caseta municipal con orquesta y en los chiringuitos con música hasta altas horas. Estas fiestas de agosto combinan la devoción (hay misa y procesión de la Virgen el día 15) con la fiesta lúdica, siendo el toro protagonista de los festejos populares. Si te gusta el ambiente festivo andaluz, es la mejor época para acercarte, eso sí, prepárate para el calor veraniego y la intensidad de varios días sin dormir mucho.
Semana Santa (fechas variables en marzo/abril): Aunque más recogida que otras celebraciones, la Semana Santa de Castellar también merece mención. Varias cofradías procesionan sus imágenes por las calles estrechas del pueblo, en un ambiente de respeto y tradición. Destacan la procesión del Miércoles Santo con el Cristo del Calvario, la del Viernes Santo en la madrugada con Jesús Nazareno (acompañado por La Verónica y La Esperanza) y la del Santo Entierro el Viernes Santo por la noche con la Virgen de los Dolores. Finalmente, el Domingo de Resurrección sale El Resucitado celebrando la Pascua. Si bien Castellar es pequeño, la devoción que vi en sus habitantes, portando los tronos y cantando saetas, muestra que mantienen viva esta tradición religiosa con mucho fervor.
Además de estas fechas señaladas, Castellar celebra otras actividades culturales a lo largo del año: cruces de mayo, eventos del Día de Andalucía (28 de febrero), concursos gastronómicos locales, etc. Pero sin duda, las fiestas que te he descrito son las que mejor reflejan el carácter de este pueblo: hospitalario, devoto y festivo a partes iguales. Si puedes, planifica tu visita para coincidir con alguna de ellas. Yo guardo un recuerdo imborrable de la gente de Castellar compartiendo conmigo sus tradiciones como si fuera uno más.
Alojamientos recomendados en Castellar
Tras un día explorando Castellar y sus alrededores, necesitarás un buen lugar donde descansar. Aunque el pueblo no cuenta con grandes hoteles, sí ofrece encantadores alojamientos rurales donde la hospitalidad es la norma. Te comparto algunas opciones de alojamiento en Castellar (Jaén) que descubrí y recomiendo por su comodidad y ambiente auténtico:
Casa Rural La Colegiata: Esta fue mi elección personal y quedé encantado. Se trata de una casa rural situada en pleno centro histórico, justo al lado del ayuntamiento y de la Colegiata de Santiago. El edificio es una antigua casona restaurada con mucho gusto, conservando elementos arquitectónicos tradicionales (arcadas, muros de piedra) combinados con comodidades modernas. Sus habitaciones son amplias, con techos de vigas de madera y decoración rústica elegante. Lo mejor de todo es que La Colegiata también tiene un pequeño restaurante en la planta baja donde, como mencioné antes, se come de maravilla. Los propietarios, amabilísimos, me hicieron sentir como en casa y me dieron valiosos consejos turísticos. Es ideal si buscas alojamiento con encanto y una ubicación inmejorable para recorrer el pueblo a pie. (Dirección: C/ Las Parras, 14, Castellar).
Complejo Rural Mirador del Condado: Si viajas en grupo o en familia y prefieres algo más independiente, este complejo de casas rurales es una gran opción. Está situado a las afueras de Castellar (a unos 600 metros del centro, se puede ir andando) en una posición elevada con vistas panorámicas, de ahí su nombre. Son cuatro casas rurales independientes (llamadas La Muela, El Sotillo, La Sima y La Lobera, en honor a parajes locales), cada una con varios dormitorios, cocina equipada, salón con chimenea y terraza. Todo el recinto comparte una piscina al aire libre de temporada, zona de barbacoas, jardín y hasta una pequeña granja con animales que encanta a los niños. Tuve la oportunidad de visitar una de las casas y me pareció muy limpia, espaciosa y bien acondicionada, perfecta para disfrutar unos días de relax con privacidad. Imagina darte un chapuzón con vistas a los olivos en verano o hacer una barbacoa al atardecer viendo el pueblo a lo lejos… Sin duda, el Mirador del Condado hace honor a su nombre. Es recomendable reservar con antelación, sobre todo en puentes y verano.
Vivienda Rural “Los Íberos”: Otra alternativa, especialmente si sois pareja o grupo pequeño, es esta vivienda turística situada en el casco urbano. “Los Íberos M&M” (así aparece en algunas reservas) es básicamente un apartamento rural bien equipado, con aire acondicionado, cocina y hasta jacuzzi en una de las habitaciones. Lo destaco porque ofrece más independencia para quien quiera cocinar su propia comida o estancias más largas. Además, sus dueños también organizan visitas guiadas y actividades, pues están muy involucrados en el turismo local.
Hoteles cercanos: Dentro del pueblo de Castellar no hay hoteles tradicionales, pero a poca distancia tienes opciones en otras localidades por si prefieres este tipo de alojamiento. Por ejemplo, a 6 km en Santisteban del Puerto está el Hotel Rey Sancho IV, un hotel de 3 estrellas cómodo y con restaurante, que muchos viajeros usan de base para recorrer El Condado. Y en dirección sur, en Villanueva del Arzobispo (unos 15 km), hay un par de hoteles y hostales sencillos que también pueden servir si se combina la visita a Castellar con otras poblaciones cercanas.
En mi caso, dormir en la tranquilidad nocturna de Castellar fue una gozada. Apenas hay ruidos, el silencio solo lo rompen algún perrillo lejano o el canto de un gallo al amanecer. Eso sí, ten en cuenta que en fines de semana festivos o en ferias, el centro puede tener más jaleo por las verbenas, así que si buscas silencio absoluto quizá prefieras alojarte esos días un poco apartado. En cualquier caso, la oferta de alojamientos en Castellar, aunque pequeña, refleja el carácter acogedor del pueblo. Reserva con tiempo especialmente en épocas de fiestas (romería de mayo o feria de agosto) porque las plazas se llenan rápido. Te aseguro que, elijas la opción que elijas, la hospitalidad jiennense te hará sentir muy a gusto.
Cómo llegar a Castellar y consejos prácticos
Aunque Castellar parece escondido entre sierras y olivares, llegar hasta aquí es bastante sencillo si planificas bien el viaje. Te explico las diferentes opciones de acceso y algunos consejos útiles para que tu experiencia sea lo más agradable posible.
Acceso por carretera: La forma más cómoda de llegar es en coche privado. Castellar (Jaén) se encuentra a unos 100 km al norte de la ciudad de Jaén y a unos 25 km al este de Linares. Las rutas principales son:
- Desde Jaén capital o Granada: tomar la autovía A-44 hacia Bailén, luego la A-32 (Autovía Linares-Albacete) hasta Linares o hasta la salida de Navas de San Juan. Desde allí se continúa por la carretera A-312 que atraviesa la comarca de El Condado pasando por Arquillos y hasta Castellar. El trayecto desde Jaén en coche lleva alrededor de 1 hora y 45 minutos.
- Desde Madrid: son unos 300 km. Lo habitual es ir por la A-4 (Autovía de Andalucía) hasta Almuradiel (pasado Despeñaperros) y allí tomar la N-322 hacia el sur (dirección Úbeda/Baeza). La N-322 pasa cerca de Castellar; hay que desviarse en Castellar/Arquillos por la A-312. En total, desde Madrid son aproximadamente 3 horas y media de viaje en coche.
- Desde el este (Levante): si vienes de Valencia/Albacete, la A-32 (en parte aún N-322) te trae directo por Villarrobledo-Alcaraz-Beas de Segura. Antes de llegar a Úbeda, tendrás el desvío por la A-312 hacia Castellar. Calcula unas 3 horas desde Albacete.
- Desde Córdoba/Sevilla: llegar a Bailén por la A-4 y enlazar con la A-32 hacia Linares, igual que desde Jaén.
Las carreteras comarcales están en buen estado general. La A-312 es una carretera convencional con curvas suaves entre olivos, muy pintoresca por cierto, pero precaución de noche porque tiene tramos sin mucha iluminación. Dentro de Castellar, las calles del centro histórico son estrechas; se puede entrar con coche hasta la plaza pero el estacionamiento es limitado. Mejor aparcar en las avenidas de la periferia o donde veas hueco amplio, y recorrer el pueblo a pie (¡se disfruta más andando!).
Transporte público: Si no dispones de coche, también puedes llegar en autobús. Hay líneas de autobús interurbano que conectan Castellar con ciudades cercanas:
- Desde Jaén: la compañía ALSA (o empresas subcontratadas como Samar/Castillo) opera autobuses que salen de Jaén y pasan por Castellar en ruta hacia Santisteban del Puerto o hacia Villanueva del Arzobispo. Suelen ser 1 o 2 autobuses al día, con un tiempo de viaje alrededor de 2 horas. Conviene consultar los horarios actualizados en la estación de autobuses de Jaén o la web de ALSA, ya que pueden variar según el día de la semana.
- Desde Madrid: sorprendentemente existe un autobús de la empresa SAMAR que une Madrid con algunas localidades de Jaén. Algunos de estos servicios (Madrid–Villanueva, por ejemplo) hacen parada en Castellar o Santisteban. El viaje es largo (unas 4-5 horas), pero puede ser opción si no quieres conducir. Lo mejor es verificar en la web de SAMAR las rutas exactas, ya que a veces cambian paradas.
- Desde Linares/Baeza: Es posible tomar un tren hasta Linares-Baeza y desde allí un bus a Castellar, pero los horarios quizás no encajen bien. Otra opción es tren hasta Vilches (línea Madrid-Cádiz) que está a unos 20 km, y desde Vilches taxi. En general, el transporte público existe pero es limitado; si puedes, lo ideal es combinar tren hasta una ciudad cercana y luego alquilar coche o tomar taxi/bus.
Desplazamientos locales: Una vez en Castellar, no necesitarás vehículo para moverte por el pueblo, se recorre perfectamente andando de punta a punta en menos de 20 minutos. Para visitar el Santuario de la Lobera o la ermita de Consolación, puedes ir caminando o en bici (están a 1.5 km y 4 km respectivamente). Para explorar la Sierra del Oro sí sería necesario un coche o contratar excursión, ya que no hay transporte público interno ni servicios de taxi constantemente disponibles (aunque puedes preguntar en el ayuntamiento por algún taxista local si lo necesitas).
Consejos prácticos para la visita:
- Mejor época para viajar: Castellar tiene un clima mediterráneo continental. Los veranos son muy calurosos (se pueden superar los 40°C en julio y agosto), y los inviernos fríos por la noche (heladas ocasionales). La primavera es ideal: campos verdes, flores, temperaturas suaves y coincide con eventos como la romería de mayo. El otoño también es agradable, con el plus de la campaña de la aceituna (noviembre-diciembre) donde el paisaje y la actividad agrícola tienen su encanto. En verano, si vas para la feria de agosto, prepárate para el calor y busca la sombra en las horas centrales; eso sí, las noches veraniegas son animadas y algo más frescas (20-25°C). En invierno, abrígate bien por las noches, pero durante el día suele lucir sol.
- Información turística local: El Punto de Información Turística de Castellar se encuentra en el mismo Ayuntamiento (Plaza de la Constitución). Allí trabaja un técnico de turismo que conoce al dedillo la zona. A mí me proporcionó folletos de rutas de senderismo y un mapa del pueblo, además de aconsejarme sobre horarios de museos. El horario de la oficina suele coincidir con el horario de oficina municipal (mañanas de lunes a viernes), así que planifica pasarte temprano en tu visita.
- Horarios de monumentos: Ten en cuenta que lugares como el Museo de Arte Ibérico o el Museo de la Memoria Histórica pueden tener horarios reducidos, especialmente fuera de temporada alta. Por ejemplo, suelen abrir de martes a sábado por las mañanas, y quizás alguna tarde previa cita. Las iglesias también abren en horario de culto (misas) o eventos especiales. Mi consejo es que, si quieres ver algún interior en particular, consultes antes llamando al ayuntamiento o mirando en su web castellar.es donde a veces publican horarios. Si llegas y está cerrado, no dudes en preguntar a algún vecino o en el bar, ¡en los pueblos todos se conocen y pueden avisar al responsable para abrirte si es posible!
- Ropa y calzado: Imprescindible llevar calzado cómodo. Las calles son empedradas en el casco antiguo y, si vas a hacer senderismo, unas buenas zapatillas o botas ligeras te vendrán bien. En verano, proteción solar, gorra y agua siempre contigo, pues el sol jiennense pega fuerte y hay tramos sin sombra. En invierno, una chaqueta rompe-vientos porque al estar en alto Castellar puede ser algo ventoso.
- Compras locales: Si quieres llevarte un recuerdo sabroso, apuesta por los productos locales. El aceite de oliva virgen extra es el número uno (muchas marcas locales ofrecen latas o garrafas que aguantan bien el transporte). También puedes comprar embutidos caseros en la carnicería del mercado, miel de tomillo o romero de la sierra (suele venderse en tiendas o cooperativas), o artesanía de esparto realizada por manos locales. Yo adquirí un par de botellas de aceite Nobleza del Sur edición gourmet y un tarro de miel que me supo a gloria a la vuelta.
- Salud y emergencias: Castellar cuenta con un consultorio médico para atenciones básicas (en la calle Santiago, cruce con San Andrés) y una farmacia en el centro. Para urgencias más serias, el hospital más cercano está en Linares (a unos 50 km). El número de emergencias en España es el 112, por si hiciera falta. En cuanto a seguridad, el pueblo es muy tranquilo; aun así, como en cualquier sitio, no dejes objetos de valor a la vista en el coche y usa el sentido común.
- Respeto al entorno: Si vas a la naturaleza, por favor sé responsable. Los espacios como la Cueva de la Lobera están protegidos; no arrojes basura, no te lleves “souvenirs” arqueológicos ni alteres nada. En las romerías y fiestas, intenta integrarte respetando las costumbres locales (por ejemplo, si asistes a actos religiosos como la Salve a la Virgen, guarda la compostura en ese momento). La gente de Castellar es muy acogedora y seguro te invitarán a compartir, pero siempre es bueno responder con educación y gratitud.
Con estos consejos, tu visita a Castellar será todo un éxito. Yo partí de Castellar con el corazón contento, habiendo conocido un lugar genuino, fuera de las rutas turísticas masivas, donde la historia, la naturaleza y las tradiciones conviven en perfecta armonía. Espero que esta guía te anime a visitar este precioso rincón de Jaén. ¡Buen viaje y a disfrutar de Castellar!
Preguntas frecuentes sobre Castellar (Jaén)
¿Dónde está Castellar (Jaén) y qué lo hace especial?
Castellar es un municipio situado en el norte de la provincia de Jaén, Andalucía. Pertenece a la comarca de El Condado, a unos 100 km de Jaén capital y lindando con las primeras sierras de Sierra Morena. Es un pueblo relativamente pequeño (unos 3.100 habitantes) pero muy especial por su patrimonio histórico y cultural. Ha sido reconocido como “Pueblo Mágico de España” gracias a su rica historia (con huellas íberas, medievales, etc.), sus monumentos como la Colegiata de Santiago o la iglesia de la Encarnación, y sus tradiciones vivas. Además, su entorno natural de olivares y sierras le da un encanto único. En resumen, Castellar es conocido por combinar historia, naturaleza y autenticidad rural, lo que lo hace destacar entre los pueblos de Jaén.
¿Qué puedo ver en Castellar en un día de visita?
En un día en Castellar puedes ver lo más representativo del pueblo. Te sugiero empezar por la Plaza de la Constitución, donde están el Ayuntamiento y la escultura de la Dama Íbera, y desde ahí visitar la Iglesia de la Encarnación (con su torre medieval) y la Colegiata de Santiago Apóstol (templo renacentista con claustro, muy bonito por dentro). No te pierdas el Museo de Arte Ibérico, ubicado en la antigua torre del castillo, donde verás exvotos íberos y restos arqueológicos únicos. También es interesante el Museo de la Memoria Histórica para conocer la historia local. Después de recorrer el casco histórico (calles típicas, fuentes antiguas como la del Caño), puedes acercarte a las afueras: a 1,5 km está el Santuario de la Cueva de la Lobera, un sitio arqueológico íbero con vistas preciosas, al que se llega dando un paseo corto. Con el tiempo que te quede, puedes hacer un tramo de la ruta de Los Balcones del Agua (un sendero cercano con fuentes naturales) o visitar la Ermita y Castillo de Consolación (a 4 km, donde se celebra la romería). En un día da tiempo a todo esto si madrugas un poco. Y por supuesto, aprovecha para saborear la gastronomía local en alguna comida o tapeo durante el recorrido.
¿Cómo llegar a Castellar (Jaén) en transporte público?
Castellar está comunicado por autobús con algunas ciudades cercanas, aunque la frecuencia no es muy alta. Desde Jaén capital hay autobuses interurbanos (por ejemplo, gestionados por ALSA/Empresa Castillo) que van hacia Santisteban del Puerto o Villanueva del Arzobispo y pasan por Castellar. Suelen salir de la estación de autobuses de Jaén, y el viaje dura unas 2 horas aproximadamente. Conviene consultar los horarios actualizados, ya que puede haber uno por la mañana y otro por la tarde, no muchos más. Desde Madrid existe alguna línea de autobús de la empresa Samar que va hacia esta zona de Jaén (trayecto de 4-5 horas); algunos servicios pueden dejarte en Castellar o en Santisteban (y desde allí un taxi corto). Otra opción es tomar un tren hasta Linares-Baeza o Vilches (estaciones de tren más cercanas, comunicadas con Madrid/Sevilla) y luego enlazar con taxi o autobús regional. En general, se puede llegar sin coche pero requerirá planificar horarios y posiblemente combinar medios. Si puedes, lo más práctico es llegar en coche propio o alquilado para tener más libertad, ya que el transporte público en zonas rurales no es muy frecuente.
¿Hay rutas de senderismo en Castellar adecuadas para turistas?
¡Sí! Castellar ofrece algunas rutas de senderismo y paseos en la naturaleza para todos los niveles. Si buscas algo corto y fácil, la ruta de Los Balcones del Agua es perfecta: es un sendero circular de escasa longitud cerca del pueblo, apto para ir con niños, donde verás varias fuentes históricas en medio del campo y podrás disfrutar de vegetación mediterránea. Otra ruta recomendada es la subida al Santuario de la Cueva de la Lobera, que más que una ruta marcada es un camino rural de 1,5 km que te lleva a este yacimiento ibérico; la pendiente es moderada y las vistas al llegar valen la pena. Para senderistas más experimentados, en la Sierra del Oro hay caminos y veredas que recorren parajes como Majadascabras o Salto del Fraile; no están señalizados turísticamente todos, por lo que es bueno informarse con guías locales o mapas. También cerca de Castellar pasan senderos de gran recorrido que conectan distintos pueblos de El Condado. En la oficina de turismo local te pueden facilitar información de rutas homologadas en la zona. En cualquier caso, tanto si quieres un paseo tranquilo como una caminata más larga, Castellar tiene opciones de senderismo, especialmente interesantes en primavera y otoño por el clima. No olvides llevar agua, protección solar y calzado adecuado.
¿Cuáles son los platos típicos de Castellar y dónde puedo probarlos?
La gastronomía de Castellar es la típica de la comarca de Jaén, con platos de origen campesino muy sabrosos. Los calandrajos (o andrajos) son quizás el plato más emblemático: un guiso con tortas de harina y conejo o liebre, aromatizado con hierbabuena. También se hacen con bacalao. Otro plato muy tradicional es el ajoharina, unas gachas espesas de harina, patata, ajo y pimentón, que a veces sirven con trozos de panceta o bacalao. No olvidemos los espárragos trigueros de Castellar, famosos en la provincia, que preparan en revuelto o en vinagreta. En cuanto a carnes, es común el conejo en salsa o guisos de caza (jabalí, venado) en temporada. Para desayunar o tapear, prueba la aceituna aliñada local y el aceite de oliva virgen extra sobre pan —el aceite de Castellar es de primera calidad—. ¿Dónde probar todo esto? En el Restaurante Casa Rural La Colegiata ofrecen menú casero con platos típicos (allí suelen tener andrajos cuando es temporada, por ejemplo). Restaurante El Molino es otra buena elección para carnes a la brasa y cocina tradicional jiennense. Y para tapeo informal, bares como Las Ruedas o La Plazoleta en el centro suelen poner tapas de platos locales con la bebida. Mi consejo: pregunta qué especialidad tienen del día; en los pueblos, muchas veces el plato del día coincide con recetas tradicionales que varían según la época (en invierno guisos, en verano ensaladas como la pipirrana). Y deja hueco para el postre: quizá encuentres roscos fritos o algún dulce casero según la fecha.
¿Cuándo se celebran las principales fiestas de Castellar (Jaén)?
Castellar tiene varias fiestas a lo largo del año, pero las más importantes son:
- San Antón: la noche del 16 de enero se encienden hogueras en las calles y el 17 es la fiesta de San Antón con bendición de animales.
- San Benito: patrón de Castellar. Se celebra el 21 de marzo (traslado de la imagen a su ermita) y a inicios de agosto (retorno al pueblo). Especialmente la primera semana de agosto hay fiestas en su honor.
- San Marcos: el 25 de abril, día en que es tradición ir de merienda al campo y realizar rituales de protección de cosechas.
- Romería de la Virgen de Consolación: entorno al 1-3 de mayo. Es la fiesta grande: la patrona va en romería a su ermita el día 1 de mayo y regresa el 3 de mayo. Días de convivencia campestre muy animados.
- Feria de Agosto: alrededor del 15 de agosto se celebran las fiestas mayores con encierros de vaquillas, verbenas nocturnas, actividades y procesión de la Virgen de Consolación (el día 15).
- Semana Santa: en marzo o abril, con procesiones religiosas durante la semana (Miércoles, Viernes Santo y Domingo de Resurrección principalmente). Cada una tiene su encanto. La romería de mayo y la feria de agosto son quizá las más vistosas para visitantes. Si planeas ir en esas fechas, reserva alojamiento con antelación porque el pueblo recibe a muchos visitantes y a los hijos del pueblo que vuelven por las fiestas.