Campiña
Descubre la Campiña Norte de Jaén
Desde tierras de olivares infinitos hasta pueblos llenos de historia, la Campiña te invita a recorrer sus municipios, uno a uno. Haz clic en el nombre de cada pueblo y déjate llevar por sus encantos, curiosidades y rincones secretos. ¿Cuál será tu próxima parada?
No sé si fue el olor a tierra mojada tras una noche de tormenta o el color dorado de los olivares al amanecer, pero algo me atrapó en la Campiña desde el primer kilómetro. Esta comarca, al norte de Jaén, no es solo una extensión de campos infinitos. Es una tierra que te habla al oído si vas con los sentidos despiertos.
Empecé mi ruta en Andújar, y pronto entendí que aquí cada pueblo guarda su propio latido. Andújar no solo es conocida por su devoción a la Virgen de la Cabeza o por su parque natural —que es un auténtico paraíso para los que amamos ver ciervos y linces sin filtros—, sino por ese ambiente de pueblo grande donde siempre hay algo que hacer, que probar o que escuchar en una plaza.
De allí salté a Bailén, tierra de batallas y barro. Literal. No hay mejor sitio para sentir el peso de la historia y ver cómo el arte de la cerámica sigue vivo. Me encontré paseando por calles donde aún parece que resuenan tambores de guerra, pero también las risas de talleres artesanos.
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Marmolejo, con sus aguas termales y su paseo fluvial, fue un respiro entre tanta historia. Me senté frente al río y simplemente dejé que el tiempo pasara lento. A veces, eso también es viajar.
Luego, Villanueva de la Reina me sorprendió con su cercanía al monte, perfecta para los que queremos hacer una escapada rápida a la naturaleza. En Arjonilla, volví a encontrar el barro como elemento vivo y una tradición alfarera que huele a horno antiguo y manos sabias. Y para terminar, Escañuela. Pequeña, sí, pero con una hospitalidad que te hace sentir parte del pueblo a los cinco minutos de llegar.
Cada uno de estos pueblos tiene su propia página en esta historia. Y lo mejor es que tú puedes escribir la tuya. Haz clic en cualquiera de ellos y déjate llevar. Porque en la Campiña Norte, cada kilómetro cuenta una historia, y cada historia te hace volver.
Empecé mi ruta en Andújar, y pronto entendí que aquí cada pueblo guarda su propio latido. Andújar no solo es conocida por su devoción a la Virgen de la Cabeza o por su parque natural —que es un auténtico paraíso para los que amamos ver ciervos y linces sin filtros—, sino por ese ambiente de pueblo grande donde siempre hay algo que hacer, que probar o que escuchar en una plaza.
De allí salté a Bailén, tierra de batallas y barro. Literal. No hay mejor sitio para sentir el peso de la historia y ver cómo el arte de la cerámica sigue vivo. Me encontré paseando por calles donde aún parece que resuenan tambores de guerra, pero también las risas de talleres artesanos.