En Martos, conocida como la «Cuna del Olivar», me encontré rodeado de mares de olivos que se extienden hasta el horizonte. Su casco histórico y la Peña de Martos ofrecen una combinación perfecta de naturaleza y patrimonio.

Mengíbar me sorprendió con su mezcla de tradición y modernidad. Sus monumentos históricos conviven armoniosamente con infraestructuras contemporáneas, reflejando el dinamismo de la localidad.

Al llegar a Pegalajar, quedé encantado con su famosa charca y las huertas que la rodean. Este oasis de verdor en medio del paisaje jiennense es un testimonio de la relación ancestral entre el hombre y la naturaleza.

Jamilena me ofreció la calidez de un pueblo pequeño con un gran corazón. Sus calles estrechas y su ambiente tranquilo son ideales para quienes buscan una escapada relajante.

En Fuensanta de Martos, encontré un remanso de paz. Su fuente y entorno natural invitan a la contemplación y al disfrute de la serenidad que ofrece la vida rural.

Fuerte del Rey me mostró la hospitalidad de sus gentes y la belleza de sus paisajes. Es un lugar donde las tradiciones se mantienen vivas y se celebran con orgullo.

Villatorres, con sus tres núcleos urbanos, me ofreció una visión diversa de la vida en la comarca. Cada uno con su carácter único, pero unidos por un sentido común de comunidad.

Villardompardo me sorprendió con su encanto y su rica historia. Sus calles y plazas son reflejo de un pasado que aún late en el presente.

Finalmente, en Los Villares, me dejé llevar por la tranquilidad de sus paisajes y la amabilidad de sus habitantes. Es el lugar perfecto para reconectar con la naturaleza y disfrutar de la vida sencilla.

Cada uno de estos municipios es un capítulo en la rica historia del Área Metropolitana de Jaén. Y lo mejor es que tú puedes escribir el tuyo. Haz clic en cualquiera de ellos y déjate llevar. Porque en esta comarca, cada sendero cuenta una historia, y cada historia te invita a regresar.